Adrián Aguilar, Érik Gallardo y Alberto Reyes
En un lugar que abarca zonas agrícolas de vid, olivos y lavanda, un grupo de jinetes gozó de la fresca mañana, mientras la buena vibra por rodar la bocha en la cancha del viñedo San Francisco lo acompañó en cada instante del encuentro a cuatro chukkers.
“Este espacio se inauguró hace un año en la Copa de la Vendimia; es un gran lugar padrísimo, con las casas y el viñedo, creo que es un gran sitio para impulsar el polo mexicano”, explicó Jaime Rincón Gallardo.
Dentro del Club de Polo La Santísima Trinidad y San Lucas, en uno de los tres campos que alberga, los jinetes provenientes de esa ciudad y de Querétaro disfrutaron de la adrenalina y emoción del juego, mientras un pequeño grupo de espectadores se deleitaba con una copa de vino.
“Es la primera vez que vengo a un partido de este tipo, es muy interesante, la convivencia entre caballo y jugador me parece impresionante”, mencionó José Luis Uribe, “cerrar el año con mi familia y amigos es una sensación padrísima, el viñedo es hermoso, todo es alucinante”.
Asimismo, los jugadores mantuvieron el apego a la nueva normalidad a través de las medidas de higiene, mismas que se han incorporado también al polo y a las cuales se han acostumbrado.
“La gente estaba más cautelosa, ahora se pusieron protocolos, como usar las máscaras, además que es un deporte al aire libre, por lo que hay sana distancia”, dijo Guillaume Mery-Sanson, quien pertenece al equipo del Viñedo San Lucas.
Con el ánimo de más polo en este 2021, fue que los deportistas dieron por terminada la práctica, pues además, fue en este club, en el Viñedo San Francisco y San Lucas, donde dio inicio la temporada después de la pausa por Covid-19, en octubre pasado, con la séptima Copa de la Vendimia.
Los polistas, residentes de la zona de San Francisco, San Lucas
y Santísima Trinidad, realizaron este encuentro amistoso a cuatro chukkers en Viñedos San Francisco.
Con información de: Luis Hernández
Fotos: Tony Martínez
Edición: Janett Nathal