Mónica Mayer: El tendedero

Mónica Mayer hizo el primer tendedero feminista del que se tiene registro en México en 1978. Se trataba de un ejercicio en el que preguntaba a las participantes lo querían cambiar en la ciudad. 

Esta forma de denuncia, a veces anónima que se reúne en un solo coro se ha retomado incontables veces hasta la actualidad en acciones de denuncia públicos y privados, las mujeres han encontrado en este acto formas de denunciar por primera vez a sus violentadores. 

Hilda Monraz dijo que Mayer ha aceptado que su obra se reinterprete de manera tan masiva aún sin su firma aunque siempre pide que le envíen registro de estas acciones. 

Tlacuilas y retrateras: La fiesta de XV años

Tlacuilas y retrateras es, según estudió Hilda Monraz, el primer colectivo de arte feminista surgieron del primer taller de este tipo de arte que dio Mónica Mayer en 1983. Se graduaron de este curso con el performance Fiesta de XV años sobre la construcción de la feminidad.

En su momento fueron criticadas por este performance, las tildaron de “niñas fresas” por criticar desde su postura a las niñas pobres que sí querían sus 15 años y veían la fiesta con ilusión pero, según Hilda, ese performance fue hecho con muchos estudios y análisis previo donde algunas mujeres incluso enviaron cartas de cómo había sido su experiencia celebrando esta fiesta tradicional. 

Bio-arte

 Uno de los colectivos más importantes de la historia del arte feminista a Bioarte, surgido en 1984, que abogaba por un tipo de arte sobre transformación social.

Según Mónica Mayer, una de las más importantes historiadoras sobre el tema en México, esta colectiva integrada por Guadalupe García-Vasquez, Roselle Faure, Nunik Sauret, Rose Van Lengen y Laita, trataba el tema de las transformaciones biológicas de la mujer, el arte político y el cambio social con nuevos lenguajes.

Expusieron como invitadas en proyectos como la Fiesta de XV años. En 1984 realizaron una instalación en el Museo Nacional de Arte (MUNAL) durante el coloquio “Bordando sobre la escritura y la cocina”. Posteriormente realizaron dos acciones plásticas, en el Museo de Bellas Artes de Toluca en la exposición “Mujeres artistas-artistas mujeres”.

Corona abortista

 Como muestra de lo efímero de estas manifestaciones, Monraz mencionó una corona de flores, como aquellas que se envían en los funerales, que las feministas realizaron para llevar en las manifestaciones por la despenalización del aborto en Ciudad de México a finales de los años 80. 

Estaba realizada con artefactos que se usan para un aborto clandestino en casa, como ganchos y hierbas, y la colocaron en el monumento a la madre a donde solian llegar estas marchas. Este lugar se volvió tan recurrido por este tipo de denuncias que posteriormente las feministas lograron que se le hiciera una modificación a la placa conmemorativa, que celebraba “a la que nos dio la vida”, para agregarle “porque su maternidad fue voluntaria”.

Restauradoras con glitter

Aunque no es una obra única en sí misma, Monraz celebró a las mujeres que cuestionan de manera frontal a quienes están en en lo público, quién elige las esculturas que conmemoran hechos específicos y por qué son intocables. 

Allí mencionó a la colectiva Restauradoras con glitter, que han defendido a nivel nacional las pintas y modificaciones en monumentos que han hecho las feministas a lo largo y ancho del país. 

Lorena Wolffer: Evidencias

 Lorena Wolffer también fue un nombre que mencionó. La artista mexicana ha realizado varias intervenciones en el espacio público y ha generado espacios de denuncia a la violencia machista. 

En 2017, inauguró una exposición o intervención participativa llamada Evidencias en el Museo de Arte Raúl Anguiano, donde reunió objetos y artefactos donados por mujeres que contaron sus experiencias de violencia a manos de un hombre. Había en el museo machetes, envases de vidrio, cinturones, zapatos, cuerdas y encendedores. 

Julia Antivilo

Julia Antivilo es una historiadora y artista nacida en Chile pero radicada en México. Ella se denomina como artivista. Ha realizado varios performances, entre los que destaca Aphrodisia, donde realiza una exposición en vivo a través de su sombra en un bidé que permite a las mujeres orinar de pie también es masturbatorio. 

Su libro, Entre lo sagrado y lo profano se tejen rebeldías, es un registro completo de la mancuerna entre arte y feminismo. 

Colectiva Hilos: Sangre de mi sangre

 Lorena Wolffer también fue un nombre que mencionó. La artista mexicana ha realizado varias intervenciones en el espacio público y ha generado espacios de denuncia a la violencia machista. 

En 2017, inauguró una exposición o intervención participativa llamada Evidencias en el Museo de Arte Raúl Anguiano, donde reunió objetos y artefactos donados por mujeres que contaron sus experiencias de violencia a manos de un hombre. Había en el museo machetes, envases de vidrio, cinturones, zapatos, cuerdas y encendedores. 

Información: Alejandra Carrillo Consulta: Hilda Monraz. Fotografías: Archivo Mónica Mayer www.pintomiraya.com,