“Desde la universidad, supe cómo quería enfocar mi trabajo, mi meta siempre fue ésta”, platicó la egresada de CENTRO.
Su primer acercamiento fue al final de la licenciatura, pues, para graduarse, presentó una colección junto a una comunidad del Estado de México para su tesis. Después de ese proyecto, se especializó en prendas nupciales y, tras más de un año de mucha planeación, lanzó su primera línea.
“Mi decisión para enfocarme en este tipo de piezas fue por varias razones, entre ellas, para ofrecer a todas las novias mexicanas una opción para comprar un vestido 100 por ciento hecho en su País”, expresó.
Las ocho piezas que forman parte de su primera propuesta no son solamente un testimonio del trabajo en conjunto entre la diseñadora y las artesanas, pues cada una tiene alrededor de 250 horas, las cuales equivalen a mes de trabajo.
La sencillez que caracteriza a cada uno de estos atuendos los ha convertido en una opción perfecta para quienes planean hacer una boda más íntima o quieren un atuendo para el civil.