Los botes desembarcan unas 100 personas en seis viajes a Estados Unidos, incluidas numerosas familias con bebés y niños de hasta siete años que viajan solos. Todos llevan bandas de plástico amarillo en las muñecas, como si fuesen a entrar a un concierto o a un parque de diversiones, se las quitan y las tiran al piso tras pisar suelo estadounidense.
En las bandas dice “entregas”, aparentemente un mecanismo que usan los traficantes para coordinar los cruces del río que separa a esta nación con México.