Ya sea en las dificultades o en los triunfos, la voluntad de Ana Martorell se hace evidente a través de los colores, pues, del mismo modo que el título de su libro, su vida va del negro al rosa.

“Lo primero que estudié fue Derecho, en la Ibero, pero a la mitad de la carrera, la abandoné porque sentía que estaba viviendo algo que no era mío y, literal, me costaba sonreír; además, inconscientemente, me vestía de negro”, confesó la socia del restaurante Aída.

“Pero se acabó, nunca me volverás a ver así, no lo tolero, cambié mi ropa por prendas de colores y comencé a sonreír; llené mi vida de luz después de esa difícil decisión, pues me defraudé al renunciar, pero todo para ser feliz”.

OCHO MOLES

La experiencia sensorial 808 es un deleite al espíritu, el cual tiene como objetivo conocer la historia de México a través de la gastronomía.

Coloradito. Originario de Oaxaca desde antes de la Conquista, su popularidad se extendió al centro del País, convirtiéndose en uno de los favoritos de la nobleza Azteca.

Rosa. Proviene de Taxco, Guerrero. Es ejemplo del mestizaje que originó a la cultura mexicana y sinónimo de la belleza del Pueblo Mágico. Ideal para disfrutar con mariscos y pescados.

De Quelites. Proviene de una receta tradicional totonaca para los amantes de esta hierba fresca típica del territorio nacional.

Blanco. También se le llama “De Novia” porque es el que se acostumbra servir en las bodas típicas.

De Tortilla. Es la cereza de la experiencia, pues se come como postre. Es un homenaje al ingrediente principal.

Xico. Su nombre se debe a la ciudad donde fue creado, en Veracruz. Era preparado para los habitantes del lugar hasta que un foráneo sacó la receta.

Negro. El más completo, pues tiene más de 36 ingredientes. Es oaxaqueño y se come, principalmente, en el Día de Muertos.

De Chapulines. También de origen oaxaqueño y viene desde antes del mestizaje.

Aquel momento, el cual Ana define como el logro más importante, por tomar las riendas de su trayectoria, fue sólo el inicio de una serie de circunstancias que hoy definen su estilo profesional.

“Grandes personas me han iluminado, principalmente mis dos hijos, el motor que todos los días me hace despertar para enseñarles con el ejemplo; no dejo que me vean derrotada, al contrario, si estoy bien y segura de lo que hago, ellos también”, detalló la egresada de Le Cordon Bleu.

“Sobre todo, quiero que mi hija aprenda que las mujeres nacimos para brillar; sí, luchamos un poquito más que los hombres, pero esas trabas nos hacen fuertes y yo así saboreo más el éxito”.

Otro de los parteaguas de su camino como chef independiente fue en el año 2006, durante los albores de su propia firma, cuando, al igual que un artista, creó su versión del rosa mexicano mediante los alimentos.

“Cuando lo hice, estaba pasando por algo muy duro, un momento súper oscuro, en donde me cuestioné devastadoramente hacia dónde iba; ese día, tenía una cata de moles, empecé con un pantone de betabel y jitomate, lo mezclé y quedó perfecto, lo probé y ahí entendí todo”, detalló.

Con dicho episodio, pese a que es de ascendencia española por ambos lados de su familia, la esposa del economista Juan Manuel Valle tuvo claro que su misión en la vida es trabajar a favor de la cocina nacional.

“En mi casa muchas veces preparaban paella, fabada y demás platillos españoles, pero yo me identificaba con la gastronomía de México, entonces sentía un conflicto de identidad, hasta que hice click con el país en donde nací, y desde entonces trabajo por y para éste”, expresó.

Después de dos intensos meses de edición y ocho desde que comenzó la pandemia en México, Ana presentó su primer libro, titulado “De Negro a Rosa”, en noviembre del año pasado, en el cual, a través de recetas, comparte las ocho etapas que vivió para superar la crisis sanitaria y económica.

ORGULLO NACIONAL

La cocina de Ana Martorell se caracteriza por su extravagante fusión de ingredientes para crear genuinos platillos mexicanos, de éstos, su favorito es el mole.

A través de una experiencia sensorial llamada “808”, en 2019 presentó su colección de ocho moles con el objetivo de darle a esta salsa tan acostumbrada en las celebraciones nacionales un lugar preponderante dentro de la gastronomía internacional.

“Ese número es muy importante en mi vida porque simboliza el cierre de ciclos, no me gusta dejar nada inconcluso, entonces, a ocho personas, sentadas alrededor de una mesa redonda, les doy de comer únicamente ocho variedades diferentes, con tortillas, sin cubiertos”, detalló la también maestra.

“La primera sesión que hice fue con mujeres que admiro y tuve nervios de que se fueran con el estómago vacío; sin embargo, terminaron satisfechas, fue algo mágico y místico, pues les conté sobre la historia de este platillo”.

Después de nutrir su alma gracias a todas las habilidades que desarrolló durante la pandemia por Covid-19, la chef mostrará su colección por primera vez en el extranjero, y será España la primera nación que conocerá esta experiencia, en octubre.

“Entendí que la pandemia es una nueva realidad y debemos salir adelante, la aceptamos o nos quedamos esperando a que acabe mientras se nos va la vida”.