Como si desfilara en una pasarela hacia el fondo del mar, la ex reina de belleza de Baja California Sur, Estrella Navarro, le hace honor a su nombre, pues brilla entre la fauna marina, al ser la mejor apneista de México.
“Cuando desciendo en la total oscuridad del océano cierro los ojos e imagino que estoy en medio del universo, como si yo fuera un cohete espacial cruzando los rayos dorados de las estrellas”, expresó la atleta de 35 años.
Originaria de La Paz, la bióloga por la Universidad Autónoma de ese Estado comenzó su trayectoria deportiva desde que era una bebé, pues, su padre, al ser profesor de natación, le inculcó el amor por el agua.
“Primero aprendí a nadar y después a caminar; a los 6 años le ayudaba a mi papá dando el ejemplo en sus clases de cómo debían hacerse las cosas, y a los 10 tuve mi propio grupo; ya de adolescente gané diferentes competencias regionales”, recordó.
Sin embargo, su incursión en el buceo libre se dio un año después de participar en Nuestra Belleza México 2009, cuando el apneistaisraelita Aharon Solomons descubrió su talento como nadadora y le prometió convertirla en la mejor del País.
“Someto mis pensamientos, me relajo durante 3 minutos, visualizo lo que quiero lograr y, una vez que estoy tranquila y segura de mí misma, lleno por completo de aire mis pulmones y me sumerjo”.
De este modo, su travesía interna, la cual dura cerca de 3 minutos, se convierte en toda una experiencia extrasensorial, muy parecida a la meditación, pues se llega a un estado alterado de la conciencia, de acuerdo con la especialista.
“Cuando estoy en caída libre, lo cual empieza pasando los 30 metros, siento cómo mi piel se desvanece y el agua de mi interior se fusiona con la del exterior, integrándome a un todo”, confesó.
“El corazón baja su ritmo hasta seis latidos por minuto, se activa el reflejo de inmersión de los mamíferos, sientes todo como en cámara lenta y de forma intensa”.
Finalmente, de vuelta a la superficie, un metro antes de salir, la atleta libera todo el aire por primera y única vez, para que en el momento que su rostro toque la atmósfera, pueda recargar sus pulmones, liberando en su cuerpo una gran cantidad de endorfinas.
en una sola expedición ha convivido con delfines, tiburones ballena y lobos marinos.
“Siento como si cada célula de mi cuerpo me diera las gracias por llenarla de oxígeno. Si adentro del mar tengo una fusión con el todo, afuera es esa conexión con la vida, como un renacer; me siento purificada, en un éxtasis de plenitud”.
