Hay presencia de edificios neogóticos en los municipios de Guadalajara, Tlaquepaque, Sayula, Arandas, Ahualulco de Mercado y Zapotlanejo, entre otros. Uno de los emblemas son las torres de la Catedral Metropolitana y los templos Expiatorio del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora del Rosario, conocido como “del Padre Galván”. 

El autor resalta que este estilo llegó a México gracias al arribo de varios arquitectos europeos en el siglo 19, entre ellos el italiano Francesco Saverio Cavallari (1809-1896), y durante el porfiriato varios arquitectos lo adoptaron en distintas partes del País. 

“En la región del centro-occidente de México se concentra una destacada muestra de toda la arquitectura neogótica que se desarrolló en el País. En Jalisco se han documentado 84 edificios construidos en factura neogótica o con decoraciones en ese estilo”, resalta el autor. 

Uno de los ejemplos más emblemáticos es el templo Expiatorio del Santísimo Sacramento. La primera piedra se puso en 1897, en un predio de 4 mil 500 metros cuadrados. Aunque se elaboraron tres proyectos, al final se desarrolló el del italiano Adamo Boari, también autor del Palacio de Bellas Artes, pero las obras por distintos problemas se alargaron hasta 1962 y las concluyó Ignacio Díaz Morales. 

La construcción consta de “tres naves, la central de 30 metros de ancho por 54 metros de largo, pilares compuestos, arcos apuntados, bóvedas de crucería, vitrales que filtran la luz, naves elevadas que en el crucero llegan a los 64 metros. Lo gótico, que corresponde al proyecto inicial y justifica las motivaciones para la erección del templo, envuelve todo el inmueble y se magnifica con los vitrales de la nave central y del ábside colocados en los años sesenta”, resalta Martín M. Checa-Artasu.

Otra de las representaciones icónicas del neogótico son las torres de la Catedral Metropolitana. Manuel Gómez Ibarra (1810-1896), diseñó “en clave neogótica y tomando en consideración los planteamientos del arquitecto Francisco Eduardo Tresguerras“, las nuevas torres de la Catedral de Guadalajara en 1851. Las nuevas estructuras se construyeron sobre las antiguas, afectadas por varios sismos, y no miden lo mismo: la norte se alza sobre 65.91 metros y la sur mide 65.55 metros. 

“La pirámide tiene en su base una serie de elementos decorativos que se suceden de forma alternada: unos elementos de cantera que parecieran pergaminos y unos pináculos sobre basamentos de piedra con tracería de formas góticas en altorrelieve. Las paredes de la pirámide están hechas en piedra pómez con un revoco de concreto sobre el que se dispone una cubierta de losetas de color amarillo fabricadas en Sayula”, abunda el autor. 

El conocido como templo del Padre Galván empezó en 1924, bajo un proyecto del reconocido arquitecto Pedro Castellanos(1901-1961). Las obras se alargaron hasta 1967 y fueron concluidas por Ricardo Agraz Sáinz.

Este recinto tiene una sola nave de 35 metros de largo y 10.15 de ancho. “La armonía constructiva de todo el conjunto, junto con la decoración escultórica exterior, lo convierten en un caso único en México. Así, la escultura y los relieves de factura claramente historicista, la de sus jambas laterales en especial, se combinan con figuras que, si bien están talladas en cantera, nos presentan elementos propios de la cultura tapatía, como son los mariachis o las mujeres con rebozo”, recalca Martín M. Checa-Artasu. 

Las imágenes y los datos fueron tomados del libro Neogótico en Jalisco. Guía básica para la apreciación del entorno cultural edificado (Arquitónica-Esarq, 2021), escrito por Martín M. Checa-Artasu.