Después de once años de trabajo, la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente (ECRO) entregó uno de los proyectos más longevos en el que trabajaron los alumnos de varias generaciones.
Se trata de una vasija encontrada en el sitio arqueológico de Teuchitlán en 2004 que fue donada al Centro y que ha servido para realizar investigaciones sobre las formas de vida cotidianas.

La primera semana de diciembre, la ECRO regresó la tejuinera al Centro interpretativo Gauchimontones Phil Weigand en Teuchitlán, ya restaurada por completo.
Según informó la escuela, la vasija ingresó al Seminario-Taller de Restauración de Cerámica de la ECRO en 2010 gracias a las gestiones del Dr. Rodrigo Esparza, del Colegio de Michoacán.
Según varios estudios realizados en el Colegio de Michoacán esta olla se utilizó para la fermentación de maíz y la elaboración del tejuino, bebida tradicional de la región, pero cuando llegó a la escuela era solamente un conjunto de 223 fragmentos cubiertos por concreciones de tierra, con un 30 por ciento de faltantes ubicados sobre todo en el fondo de la olla.

Esta y otras vasijas y contenedores en Guachimontones, sector Talleres (occidente mexicano), ayudaron a determinar junto con varios restos materiales como cerámica utilitaria y ritual que en esta zona se encontraban sobre todo unidades habitacionales, donde también encontaron ofrendas y entierros asociados al período Posclásico, del 900 d. C. al 1521 d. C.
El investigador Phil Weigand tras observar el interior de las tinajas describió un desgaste uniforme del objeto e infirió su uso en la preparación de tejuino aunque existía la posibilidad de que las tinajas pudieran tener otros usos relacionados a la preparación de alimentos o para almacenar agua y alimentos.
El estudio “Tinajas arqueológicas del sitio Los Guachimontones, sector Talleres, durante el Posclásico (900-1521 d.C.): una aproximación a su uso y funcionalidad”, presentada en el Colegio de Michoacán y la Universidad Nacional Autónoma de México con la participación de Luis Barba, Mauricio Obregón, José Luis Ruvalcaba, Guillermo Acosta y el Licenciado Jorge Ezra Cruz, confirmó el uso de esta gran vasija para la elaboración de tejuino.

Para ello se realizaron un análisis de los residuos orgánicos que se encontraron en la cerámica que podían asociarse con la preparación de fermentos por sus altos grados de carbohidratos y la ausencia de indicadores que fundamenten el empleo de los artefactos en preparación de alimentos o la contención de líquidos.
Esto comprobó que en la zona de Talleres se estaba produciendo y consumiendo la bebida del tejuino elaborada de forma técnica y especializada por un sector del grupo doméstico.

Esta bebida fue asociada a aspectos ceremoniales, rituales, políticos y económicos. La evidencia etnográfica argumenta la realización de actividades ceremoniales y consumo de bebidas en contextos domésticos, donde la elaboración y consumo se da a partir de la organización familiar, en la mayoría de casos.

Esta producción de bebidas fermentadas representaba un gasto significativo de recursos, dado las implicaciones tecnológicas y mano de obra que se debe disponer para preparar grandes cantidades de bebida, por ello se infiere que el alcance económico es muy fuerte de parte del organizador, lo que demuestra un poder adquisitivo capaz de solventar los gastos en esta actividad.
La vasija mide 87 centímetros de largo y 70.5 de ancho en su parte más amplia y será exhibida en el centro interpretativo.
Información: Alejandra Carrillo. Fotografías: Facebook Escuela de Conservación y Restauración de Occidente.