Israel, que en un momento fue ejemplo del despliegue de las vacunas, ahora enfrenta una oleada de contagios de Covid-19 por la variante Ómicron.

El país cerró sus fronteras tras el descubrimiento a fines de noviembre del primer caso de Ómicron, pero volvió a abrirlas el domingo, pese a un récord de infecciones.

El Gobierno ofrece una cuarta dosis de la vacuna y apela a la responsabilidad ciudadana, pero sin confinar a la población, en su nueva estrategia.

¿CUÁL ES SU PLAN ANTE ÓMICRON?

En las primeras semanas, el Gobierno cerró las fronteras “para limitar la circulación del virus, y lo conseguimos durante un mes”, dijo el profesor Cyrille Cohen de la Universidad Bar Ilan.

Este periodo debía permitir a las autoridades prepararse a hacer frente a la ola, alentando a la población a vacunarse o administrarse una dosis de refuerzo.

Pero el Gobierno no ha conseguido en este mismo periodo “desarrollar una mejor capacidad de pruebas”, agregó este especialista en salud pública.

El número de casos aumenta, con estimaciones de dos a cuatro millones de casos en una población de 9 millones de habitantes.

Estimando que el virus ya circula en el país y que mantener cerradas las fronteras no cambiará nada, salvo afectar la economía, el Gobierno decidió volver a abrir las fronteras a los turistas.

Además, las autoridades han limitado las medidas de confinamiento, han mantenido abiertos bares y restaurantes para personas con pase vacunal y abandonado el rastreo de casos.

Hoy la estrategia es “transferir parte de la gestión del Gobierno de la crisis a los ciudadanos” que tienen la responsabilidad de ir o no a ciertos sitios, de aislarse si es necesario o de someterse a test, explica Cohen.

¿HAY RIESGOS EN LA ESTRATEGIA?

El epidemiólogo Hagai Levine, presidente de la Asociación israelí de especialistas en salud pública, afirma que el principal riesgo es crear una confusión con el cambio de medidas, así como un sentimiento de que el Gobierno no tiene control de la pandemia, “lo que es cierto, pues no es posible controlarla”.

Incluso si hubiera confinamiento tendríamos muchos casos, es lo que hemos visto en varios países: el confinamiento no impide la contaminación".

El alza de las infecciones, a más de 37 mil diarias, casi el cuádruple respecto a los peores momentos de la crisis antes de Ómicron, ha generado presión sobre el sistema y el personal sanitario

El propio Ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, también contagiado, afirmó este martes a la radio pública que era asintomático y que se confinaba en su casa.

Las autoridades de salud, por su parte, afirman que habrá muchos más contagios que podrían alterar los servicios.

“Prevemos muchos contagios en el sistema sanitario y en los sectores esenciales de la economía, y por eso vamos a estudiar con los expertos la posibilidad de acortar el periodo de aislamiento”, indicó el lunes Salman Zarka, jefe de la estrategia anticovid del Gobierno.

¿AYUDARÁ LA CUARTA DOSIS?

Desde diciembre de 2020, Israel fue uno de los primeros países en vacunar masivamente a su población. Luego, en el verano boreal fue también de los primeros en proponer las dosis de refuerzo.

Un 80 por ciento de los adultos del país tiene dos dosis, y poco más de la mitad se ha administrado tres dosis.

No obstante, el Gobierno autorizó recientemente una cuarta inyección de la vacuna de Pfizer contra el Covid-19 para personas vulnerables. Las autoridades citaron evidencia científica que afirma que la eficacia de la vacuna decae al cabo de varios meses.

“La tercera dosis protege contra los casos graves y la muerte pero es menos eficaz contra la contaminación. Y todavía no está claro si la cuarta dosis aumenta la eficacia (de la vacuna)”, aseguró Levine, el epidemiólogo.

Aunque los primeros datos del hospital Sheba, donde se realiza un estudio clínico, afirman que los anticuerpos se quintuplican a la semana de haber recibido la cuarta dosis, los expertos israelíes afirman que hay que esperar un tiempo para determinar su eficacia.