Desarrolló muchos hitos arquitectónicos icónicos como los proyectos Mi Ojo y Tigre del Mar, que en su interior cuenta con la Casa del 3000, junto a las espejo Castillos del Océano: Sol de Oriente y Sol de Occidente, llamadas así porque están construidas sobre dos peñascos frente a frente en las dos puntas de la bahía Ala de Ángel, entre muchos otros, siempre diseñando sin líneas rectas y utilizando medidas matemáticas basadas en el número 27.
“Un ojo para ver y otro para sentir”, dijo una vez Gian Franco, y bajo este lema, diseñó y construyó intervenciones en las tierras careyenses como el Ojo de Venado, el Árbol de Corazón y la Copa del Sol, cuyas imágenes han llegado a todos los rincones del mundo por su fuerza y vitalidad.
Durante más de 50 años, custodió y preservó con cariño los 15 kilómetros de costa.
Además, fue uno de los fundadores de la Fundación Careyes, diseñada para crear programas innovadores en educación, deporte, ecología y arte para mejorar el bienestar de las comunidades locales.