¿Cómo surge la idea de crear esta tienda y cómo la llevó a la realidad?

Es una pre-historia porque se fundó hace más de 120 años por los migrantes franceses que llegaron a México, con una idea muy grande de superación y con un espíritu de comerciantes, que yo creo que traían en sus genes. Con las oportunidades que México tenía en el año 1800 y tantos resultó que pusieron primero el negocio de unos cajones, con los cuales se vendía la ropa, y luego empezaron con la idea de una tienda departamental con precios ijos, y así nació El Palacio de Hierro, que se llamaba, en aquellos tiempos, Fábricas de Francia. Posteriormente se quemó uno de los principales almacenes del Centro, cuya estructura era de ierro, entonces la gente que la veía, pues era la construcción más alta, empezó a llamarla el palacio de hierro, y de ahí vino el nombre actual.

¿Qué papel juega su familia para que esto se haya convertido en un éxito?

Juega un papel muy moderno, aunque ya tenemos como 70 años en el tema. La mayoría de los accionistas más importantes vivían en Francia, entonces, resolvieron poner a la venta las acciones del Palacio y mi padre me invitó a comprarlas, así que invitamos a una serie de accionistas y, posteriormente, yo ya siendo el presidente, puse las acciones en la bolsa.

¿Qué valores comparte El Palacio de Hierro y su familia?

Todos. Lo que nosotros tratamos de implementar en nuestro negocio es exactamente lo mismo que yo trato de difundirle a mis hijos en la casa, pues son valores de honestidad, de ser auténtico con uno mismo y eso lo tratamos de resaltar, al ofrecer las cosas por su valor, no anunciar lo que no es realidad y ser auténticos; además hay un sentimiento en nuestras empresas de que somos muy mexicanos.

En su opinión, ¿qué define o distingue a los empresarios mexicanos?

La máxima deinición o diferenciación, a pesar de las crisis que hemos tenido en el País, como los han tenido otros países de America Latina y del Mundo, es que la mayoría de los empresarios mexicanos aquí estamos y nuestras familias también, y aquí nos quedaremos.

¿Qué le falta por hacer?

Toda una vida. La vida es muy corta, por más que tengo mis años, una gran experiencia y, además, mucha satisfacción de lo vivido, tengo metas muy puntuales y hay por hacer muchas cosas, lo que falta es tiempo.