Lumara González, mejor conocida como Lumara la bióloga, es una científica que decidió adentrarse por el camino de la comedia para hablar de lo que de verdad le apasiona: la naturaleza y los seres vivos. 

Ellos han sido su pasión desde niña y por eso decidió estudiar biología en la Unviersidad de Guadalajara, pero después de una optativa en comunicación de la ciencia y de la constante preocupación por la realidad laboral de las biólogas en México, comenzó a crear contenidos para redes sociales y a pensar seriamente en la comedia. 

“El trabajo de la comunicación de la ciencia tristemente no ha llegado a los públicos y espacios a los que podrían llegar, es un espacio donde hay mucho trabajo que hacer y me gusta mucho”, explica. 

“Los productos de comunicación normalmente se quedan en las esferas de las personas que ya tienen un gusto genuino por la ciencia y yo me pregunté cómo hablarle de eso a las personas que creen que no les gusta la ciencia y que se encuentran en otros lugares. Uno de esos lugares son los bares”. 

La comedia de pie se basa en las experiencias de quien la escribe, en la cotidianidad, las emociones y según Lumara, la ciencia necesita eso, conectar con el cotidiano. 

Además de comenzar a instruirse en el arte del standup, Lumara comenzó a realizar contenidos para sus redes sociales y YouTube donde alcanzó más de 30 mil seguidores. 

Prepararse para estar en el escenario no es fácil, a veces crear contenido puede llevar meses y no todos los chistes aterrizan positivamente. 

De todos modos, la bióloga ama estar allí de pie, dice que es como una droga, sobre todo porque sí genera químicos en el cerebro relacionados con la felicidad y la euforia. 

“Cuando te va bien te sientes muy bien y cuando te va mal te va muy mal”, describe.

En buena parte de sus rutinas, Lumara habla sobre las desigualdades y conductas machistas que viven las científicas y en el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, Lumara recuerda que ella misma ha vivido la violencia machista hacia las científicas desde la escuela. 

“En los salones de clases de la Universidad recibí por parte de los maestros chistes horribles, profesores que dijeron que las mujeres maduran a apretones o que el único trabajo que las mujeres hacen mejor que los hombres es de “teibolera”, cuenta. 

Por otro lado, dice, también vivimos en un lugar en el que las utilidades monetarias de las actividades del día a día, son más importantes que lo que nos ha enseñado la naturaleza por lo que el trabajo de las biólogas es menos considerado 

“Nos hemos olvidado de que somos parte de una red de interacciones biológicas, físicas, geológicas, ambientales y climáticas, nos hemos separado tanto de eso que ya no hay espacio para las personas que estudiamos eso, las biólogas y los biólogos somos los bohemios románticos que estudiamos los pétalos de las flores”. 

La importancia de la presencia de mujeres y otros grupos vulnerados no solo en la ciencia sino en todas las esferas sociales, es importante para la bióloga por la diversidad de perspectivas que aportan. 

“Cualquier persona puede acceder al método científico, la diferencia es qué aportan y hacia dónde están volteando sobre las preguntas de investigación cuáles son sus objetivos en las investigaciones, los estudios médicos se han hecho siempre en hombres…”

No le gusta el discurso de victimizar a las mujeres científicas por no encontrar espacios. 

“Las mujeres somos increíbles y nos encontramos espacios siempre, pobre de la sociedad que se ha desarrollado sin la perspectiva de las mujeres, de personas trans, de personas homosexuales. El sistema patriarcal se ha enfocado en decir cuál perspectiva es la correcta y la falta de diversidad nos ha hecho mucho daño”. 

Información: Alejandra Carrillo Fotos: Cortesía