Más allá del impacto inmediato en la capacidad de los rusos para aprender sobre la guerra, Putin parece haber cruzado un umbral en la historia del país.
Está secuestrando a la sociedad rusa en mayor medida que nunca desde que el último líder soviético, Mikhail S. Gorbachev, lanzó una política en 1986 llamada glasnost, que se conoció como “apertura”, pero más precisamente significa “el acto de dar voz”.
El acceso a los informes extranjeros de noticias y las voces independientes en las redes sociales han desafiado el monopolio del Kremlin sobre los medios estatales, ya que el esfuerzo de Gorbachov rompió el monopolio soviético sobre la verdad.
El resultado del actuar de Putin será aislar al país, como se ha aislado el propio Presidente, dejándolo con una visión unilateral del mundo que ya no está sujeta a debate, según expertos.