La falta de oportunidades en México le cortó las alas al sueño de niñez de Ivana Naomi Millán Flores de ser astronauta. Pero por su esfuerzo, ahora, casi al final de su carrera, podrá ponerse un traje espacial, pues fue elegida por la NASA por su proyecto para estudiar los efectos de la ausencia de gravedad en células cancerígenas.

MARAVILLADA CON EL UNIVERSO

Desde niña, Ivana, ahora de 22 años, solía estar maravillada con el universo. “Una vez que vi con mis ojos los anillos de Saturno y las estrellas, ya no fue suficiente. Nada terrestre iba a ser suficiente para mí y a partir de ese entonces yo siempre iba a estar como mirando las estrellas en búsqueda de respuestas y sobre todo en búsqueda de más preguntas”, afirma.

Tenía 12 años cuando le compraron su primer telescopio. “Y entonces fue cuando vi la luna por primera vez y ya me di cuenta que no era como un conejo en la luna, sino que realmente eran cráteres como de explosiones de millones de años entonces. En la primaria yo les explicaba a mis amigos que no es un conejo, sino que cráteres y minerales. Sí, yo era la ñoña“.

Ivana eligió estudiar Ingeniería en Biotecnología en el Tecnológico de Monterrey, donde cursa el octavo semestre, ante la falta de alternativas para estudiar en México ciencia aeroespacial.

Lamentablemente en México no tenemos muchas oportunidades de viajar al extranjero, específicamente a estudiar temas de astronomía. Siento que es un área que puede desarrollarse mucho más. El mundo que me rodeaba me decía que ya estaba muy grande como para decir que iba a ser astronauta, que iba a pensar en cosas más prácticas”.

Encontró su alternativa en la Biotecnología, que le pareció interesante. “Pero la verdad es que poco a poco fui abandonando ese sueño de dedicarme a lo que me gustara realmente, a lo que me apasionara que es el estudio del espacio, la física, la astrofísica, etcétera. Me cortaron las alas desde muy chiquita“.

LA NASA, SU OPORTUNIDAD

En su búsqueda, encontró el programa de la NASA, aplicó al concurso y salió seleccionada, en su primer intento. Pero ahora enfrenta la tarea de reunir 100 mil pesos para viajar a Estados Unidos, y tras buscar patrocinadores y donaciones, ya cuenta con la mitad.

Sobre su proyecto, dice, es un área de investigación nueva. “Se podrían aplicar muchísimas mejoras en los tratamientos contra el cáncer aquí en la tierra”, asegura.

En la NASA recibirá capacitación sobre ingeniería aeroespacial y teoría, y para visitar la Estación Espacial Internacional (EEI) será entrenada como astronauta, aprenderá a usar el traje especial y a flotar en gravedad cero para simular las condiciones en la luna.

Junto con otros 60 seleccionados de diferentes países participará en talleres de cohetería, robótica y horas de vuelo, y trabajará en una solución a una misión con una problemática actual de la industria aeroespacial. Se formarán equipos y el mejor proyecto ingenieril será llevado a la EEI.

CONMIGO VIENEN LAS MUJERES DE AL

Ivana se dice esperanzada y con el ánimo de demostrar que las mujeres son capaces de superar todas las barreras. “Si yo me voy a la NASA no me voy sola, conmigo vienen todas las mujeres latinoamericanas que quieren cambiar el mundo a través de las industrias, ingeniería, matemáticas como física, como ciencia y siento que está padre y estamos en una época bien bonita para empezar a romper paradigmas y estereotipos sobre que hay carreras para mujeres o carreras para hombres”.

Las mujeres, afirma Ivana, hemos tenido que sufrir muchísimas barreras, diferentes tipos de violencia y que desde muy pequeñas se nos corten las alas, se nos diga que por ser mujer no podemos hacer algo. “Actualmente hemos podido comprobar que no es así, que todos esos son estereotipos y que todas las mujeres son capaces de lograr todo lo que quieran, en lo que crean“.