Todas las personas que caminan o han caminado por el centro han hecho parte de su paisaje natural el edificio del Laboratorio de Arte Variedades. 

Un edificio enorme de concreto y artdecó de concreto, gris, que hoy alberga la algarabía del Café Benito, una galería de arte, una pequeña biblioteca y un foro de conciertos, danza y obras de teatro. 

Antes de ser todo esto, el edificio permaneció abandonado para ser el hogar del polvo y de las palomas, como documentaron los artistas que forman parte de la compañía de teatro Teatro Ojo en su obra Canto de Palomas, donde exploró la arquitectura abandonada del espacio que fue, antes uno de los cines más prominentes en Guadalajara durante el siglo pasado y antes, un cuartel, una escuela y un espacio religioso. 

Se encuentra en la esquina de la avenida Juárez y Ocampo, a unas cuadras del primer cuadro de la ciudad y su historia comienza en el siglo 17 donde se instaló allí un colegio jesuita, el Colegio de San Juan Bautista en 1695. 

Este colegio fue también clausurado con la expulsión de los jesuitas de la Ciudad.

En 1778 los padres del Oratorio de San Felipe Neri solicitaron ocupar los edificios de los jesuitas para continuar la impartición de las cátedras, pero la Junta Suprema de Temporalidades decretó la suspensión absoluta de las cátedras y becas.

No fue sino hasta que intervino fray Antonio Alcalde que se logró la reapertura del Colegio de San Juan Bautista, dotándolo nuevamente de las cátedras de Gramática y Filosofía, con catorce mil pesos.

Luego en la Independencia, en 1810, fue tomado como cuartel por los insurgentes donde según quienes han contado su historia se mataron a más de 40 españoles y, en su interior, Miguel Hidalgo Hidalgo escribió algunas proclamas de la abolición de la esclavitud. 

Ya en 1842 se fundó ahí la Escuela de Artes y Oficios del Gobierno del Estado, pero el recinto original se derrumbó a principios de 1939 cuando empieza la construcción del Cine Variedades, el edificio que se sostiene hasta hoy y que abrió sus puertas el 6 de junio de 1940.

Esa fachada art decó era única en la Ciudad y su sala que podía convocar a más de 3 mil asistentes en una sola función causaron que este se convirtiera en un sitio concurrido por los tapatíos de varias clases sociales. 

Como pasó con muchos cines antiguos tras los implementos tecnológicos de los multicinemas, su esplendor se esfumó y el espacio quedó en el abandonó: cerró en 1996 y cuatro años después fue adquirido por el Ayuntamiento de Guadalajara para abrir en 2006 como el Laboratorio de Arte Variedades (LARVA).

En este espacio han trabajado artistas escénicos y se han presentado conciertos, recitales de danza y otras muchas manifestaciones artísticas que continúan hasta hoy en día. 

Información: Alejandra Carrillo Fotos: Especial