A lo largo de la historia, las armas químicas sólo han dejado devastación. El Protocolo de Ginebra decretó ilegal este armamento en 1925, pero sin mucho éxito.
El uso moderno de armas químicas comenzó con la Primera Guerra Mundial, cuando ambos bandos del conflicto utilizaron gases venenosos.
Dicho arsenal consistía esencialmente en sustancias químicas comerciales introducidas en municiones habituales como granadas y proyectiles de artillería.
Se produjeron casi 100 mil muertes y más de un millón de afectados por estas armas en la Primera Guerra Mundial, según la ONU.