CARMEN
A sus 80 años, tiene que laborar más de 12 horas diarias como empleada del hogar.
Con la pandemia, sus empleadores le prohibieron ir a su pueblo en Michoacán, como cada mes lo hacía. Tampoco, le permiten tener celular.
Ni su edad ni estado de salud son tomados en cuenta por sus jefes.
Duerme entre productos de limpieza en una bodega en condiciones insalubres, sin ventilación ni luz, lo que va contra sus derechos.