Reportes de prensa aseguran que la Administración Biden está por finalizar el uso del Título 42, una norma de salud pública impuesta por Donald Trump a raíz de la pandemia de Covid-19 y que ha negado el asilo a miles de migrantes que están huyendo de sus países.

En sus dos años de implementación, la medida ha empujado a la mayoría de migrantes aún más a la violencia y al peligro, pues luego de cruzar la frontera sur de Estados Unidos son expulsados inmediatamente, independientemente de sus motivos.

La organización Médicos Sin Fronteras ha documentado casos de personas que fueron expulsadas por Estados Unidos hacia México.

Estos son dos testimonios de la violencia contra los migrantes en ambos países.

Todos los días, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) en México son testigos del miedo que enfrentan los solicitantes de asilo y los migrantes debido a la política del Título 42. Durante dos años hemos afirmado repetidamente que no existe una justificación legítima de salud pública para el Título 42"

'AQUÍ NO HAY AYUDA'

Marvin Ulloa, de 37 años, huyó de Honduras en abril de 2021 junto con su esposa y su hija de dos años porque temía que mataran a algún familiar.

Como se le negó el asilo en México, cruzó a Estados Unidos en la noche del 13 de febrero pasado, pero pronto su familia y él fueron detenidos por agentes fronterizos. Al arrestarlo, lo golpearon y como protestó lo tiraron al suelo y le aplastaron la cabeza. Luego, llegaron más agentes y siguieron pegándole.

Con la cabeza hinchada por los golpes, lo llevaron con su familia a una habitación, le negaron acceso a un abogado y para las 7:00 horas de la mañana del día siguiente ya los habían expulsado de vuelta a México.

Me preocupa mi salud, que voy a perder la memoria. Ayer vi a alguien que conocía y no lo reconocí”, contó el migrante a MSF.

Ahora, vive con su familia en Piedras Negras, Coahuila, bajo el riesgo de que las autoridades locales los expulsen. Afirma que no hay refugios, y los que hay, no los puede pagar.

Quiero llorar, pero pretendo ser fuerte. Como hombre podría lidiar con esto, pero con una familia; no quiero que sufran aquí, aguantando hambre y frío”, relató. 

Me gustaría llegar a los Estados Unidos. Quiero ir a otro lugar, a otro país, donde alguien pueda ayudarnos. Aquí no hay ayuda“.

Me agarraron del cuello, me tiraron al suelo y me esposaron. Tenía la cara en el suelo y él (un agente de inmigración) me puso el pie en la cabeza. Llegaron más agentes y me golpearon”.

'No estás en tu país, maldito inmigrante'

José María Paz Celaya, de 31 años, también huyó de Honduras. Dejó su país natal por las malas condiciones económicas y la violencia de las pandillas, que lo extorsionaron en su trabajo como transportista. Dejó a sus tres hijos con sus padres y se fue a buscar asilo a EU. En México estuvo preso varios meses y ahí lo abusaron física y mentalmente.

Cruzó finalmente a Estados Unidos, pero rápidamente fue detenido, golpeado y puesto bajo custodia. Según cuenta, un agente de inmigración le preguntó si tenía mariguana, pero le contestó que no fumaba. El oficial intentó desnudarlo, pero José no lo permitió.

“Él me quería desnudar y le dije que eso estaba prohibido, que esto es indigno. ‘Tú no pones las reglas aquí, no estás en tu país, maldito inmigrante’, me dijo”, recordó el hondureño.

“Me golpearon en la cara, me tiraron al suelo y caí de cara. Me esposaron las manos y los pies como si fuera un delincuente y me tuvieron arrodillado durante una hora”.

Expulsado a México y esperando en Piedras Negras, donde se aloja con otros tres migrantes en una casa abandonada, comparte la evaluación de su compatriota Marvin: “En Piedras Negras es horrible, vives bajo la amenaza de que (los delincuentes) te van a secuestrar”.

A veces no duermo por miedo a que me pase algo (...). Dos de nosotros dormimos y dos nos quedamos despiertos para cuidarnos. La mayoría de nosotros aquí tememos por nuestras vidas”