Tributo
Mario Álvarez Yates
1951-2022

Un cariño invaluable

Como un hombre discreto, sencillo, de trato agradable, formal, con principios y valores que él atribuía a la impecable dedicación de su querida madre, doña Telma Yates, mujer a quien diariamente recordaba y describía como una persona bellísima y cariñosa, así recordarán sus seres queridos a don Mario Álvarez Yates tras su sensible fallecimiento.

Nació en la Ciudad de México el 9 de febrero de 1951. Es el cuarto hijo de la pareja conformada por Manuel Álvarez Loyo y Telma Yates Berlanga, con quienes compartió una infancia feliz con sus hermanos, Javier (q.e.p.d.), Telma (q.e.p.d.), Lourdes, Miguel, Laura y José Antonio.

En diciembre 2018, en Miami, Florida, con su esposa, María Eugenia Abada, y sus nietos, Julia, Mario, Emilia, Lorena, Casilda y Jaime.

Desde joven, se destacó por ser un hombre trabajador, pues mientras cursaba la carrera de Administración de Empresas en el Colegio La Salle, ya laboraba en Grupo Modelo, empresa de la que formaron parte su padre y su abuelo, Manuel, desde sus inicios.

Después de la muerte de su papá, en 1988, Mario, con 37 años de edad, asumió la responsabilidad de la familia dentro de la empresa y fuera de ésta, sacrificando tiempo personal, principalmente con su familia.

Alrededor de 1973, el hombre de negocios conoció a la mujer de su vida, María Eugenia Abad Ribot, en una romería en el Centro Asturiano.

El 20 de agosto de 1977 contrajo nupcias con el amor de su vida, María Eugenia, en la Iglesia San Ignacio de Loyola.

Al poco tiempo de conocerse se enamoraron y duraron cuatro años de noviazgo. El 20 de agosto de 1977, se casaron en la Iglesia de San Ignacio de Loyola, en Polanco, misma Colonia en donde la familia de ambos residía.

De su matrimonio de 44 años nacieron cuatro hijos, Juan Pablo, María Eugenia, Mario y Lucia, y seis nietos, Lorena, Casilda, Mario, Julia, Jaime y Emilia.

En 2007, junto a su esposa, María Eugenia, y sus hijos, María Eugenia, Juan Pablo, Mario y Lucía

En el cuadragésimo aniversario de la pareja, los suyos celebraron la ocasión con una ceremonia de renovación de votos en la Iglesia de San Patricio en Nueva York, oficiada por el Obispo de la Diócesis de dicha ciudad.

Doña María Eugenia fue su gran compañera de vida, pues lo apoyó y acompañó durante su exitosa carrera profesional, en la que ocupó cargos de suma responsabilidad dentro de Grupo Modelo hasta su retiro en 2013.

En la Catedral de San Patricio, en Manhattan, Nueva York, don Mario y doña María Eugenia celebraron sus bodas de rubí con Iker Enecoiz, Jaime Rionda, María Eugenia Álvarez Yates, Ale Acosta, el Obispo de la Diócesis de Nueva York; Lucía y Mario Álvarez Yates yv Karen Del Río y Juan Pablo Álvarez Yates.

También, fue presidente del Consejo del Grupo DIFA (Dirección de Fábricas de Nava), empresa vidriera que colaboró con la cervecera.

Siempre mencionó la suerte que tuvo de contar con grandes mentores y amigos como lo fueron Pablo Díez, Antonino Fernández, Cesário González, entre otros.

Quienes lo conocieron afirman que fue muy generoso, pero por su discreción al respecto fue digno de admiración y gran enseñanza para sus hijos y nietos. Parte de esto fue su labor altruista al ayudar a adultos mayores a través de numerosas iniciativas como la Fundación IGMA, A.C., liderada por su esposa y dirigida a sacerdotes diocesanos en su ancianidad, entre otros proyectos filantrópicos.

Al centro de la imagen, Mario Álvarez Yates en una celebración con empleados de la empresa vidriera DIFA, de la cual fue presidente y que colaboró directamente con Grupo Modelo.

Fue un hombre que generó cariño y respeto a su alrededor hasta su fallecimiento el 16 de marzo de 2022, en Miami, Florida, tras padecer por varios años una enfermedad pulmonar terminal.

“Abi”, como le decían de cariño sus nietos, será recordado como una persona cariñosa, honesta, honrada, siempre presente en su familia, la cual siente un gran vacío por su ausencia. Descanse en paz.

(Arriba) Con sus hermanos, Lourdes, José Antonio, Laura, Telma y Javier. (Abajo) Miguel y Telma Yates, en 1990.

Tras la muerte de mi padre, Mario se ocupó no sólo de una familia, sino de seis,
y por esto le estaremos eternamente agradecidos”.

Gran afición

Aunque tuvo varias pasiones como el futbol, el buceo, la vida marítima y la caza, fue la radioafición uno de sus más grandes pasatiempos.

En una expedición al Archipiélago de Revillagigedo, en la que se logró la primera transmisión con la que fue reconocido por ‘Onda Corta’, en 1970.
Durante el terremoto de 1985, apoyó las operaciones de rescate, cuando se habían interrumpido otros tipos de comunicaciones
Extracto del boletín de la Federación Mexicana de Radioexperimentadores, el cual salió primero al aire y, luego, hicieron esta publicación en honor a él.