Aquel concierto que ofreció la banda islandesa en junio de 2008 es otro inolvidable.
La atmósfera que Sigur Rós creó en ese espectáculo resultó fuera de serie a decir del despliegue visual y sonoro.
La agrupación echó mano de una docena de músicos invitados, quienes agregaron tambores de guerra, tuba, trompetas y teclados
Así mutó en orquesta y llenó por completo el escenario sobre el piso de asfalto, cubierto por una carpa, aunque a decir de los fans, hubieran preferido un gran jardín donde recostarse para disfrutar el directo plenamente.
Un momento clave de la noche fue cuando a esa gran orquesta se sumó un mariachi durante unos segundos, sólo para agregar color al tema “Hoppípolla”, que ya de por sí es un pieza llena de metales.
3 mil 500 personas presenciaron el espectáculo.