¿Qué pasó?

El 19 de abril, vecinos de la calle Gante reportaron fuertes olores a gasolina provenientes del drenaje urbano, así como lavabos y fregaderos. El 21 de abril, el Siapa comenzó a realizar análisis al agua que tenía una apariencia aceitosa, se envió una muestra para su estudio al entonces Distrito Federal.

Comienza la desinformación

Ingenieros de Pemex también acudieron a la zona, junto con Protección Civil y Bomberos de Jalisco y el Siapa, sin embargo, destaca la actitud prepotente y cerrada de los funcionarios petroleros, quienes no se mostraron colaborativos con el resto de autoridades.

A las 21:00 horas del 21 de abril, declararon que no había rastro de gasolina Nova, que era la que suministraba Pemex, y que el problema provenía de una aceitera en la zona industrial. No se desaloja a nadie, pese a que los explosímetros de Pemex advertían alto riesgo.

Llega la tragedia

Por la madrugada, Protección Civil reporta al Municipio de Guadalajara que ya habían sido limpiado los colectores y que no había riesgo de explosividad. A su vez, el director del Siapa, Gualberto Limón, informó al gobernador Guillermo Cosío Vidaurri que “todavía no resolvían el problema del todo; que habían observado variaciones”. Sin embargo, el gobernador recuerda que “el director del SIAPA me informó los pormenores de una fuga en una aceitera que ya estaban resueltos”. A las 10:10 de la mañana estalló el colector.

El desastre

Las explosiones ocurrieron en el colector intermedio del subsuelo de Analco (un área de casi 10 km), lo cual también afectó a las colonias Atlas, San Carlos y Las Conchas.

El saldo de las explosiones, oficialmente reconocido, fue de 212 muertos, 69 desaparecidos y 1800 lesionados. Quedaron destruidos ocho kilómetros de calles, resultaron afectadas 1142 viviendas, 450 comercios, 100 centros escolares y 600 vehículos (de acuerdo con un reporte de la Universidad de Guadalajara).

Según una estimación del Instituto Politécnico Nacional, por el tamaño de las explosiones se debió verter más de 6 millones de litros de gasolina.

¿Los cuerpos?

La cantidad de cuerpos destrozados fue de tal magnitud, que se vació la fosa de clavados del Consejo Estatal para el Fomento Deportivo (CODE) para llenarla con formol y poner ahí los fragmentos de los cuerpos encontrados.

La gente se arremolinaba ahí para tratar de reconocer a sus familiares de entre los cuerpos mutilados.  Durante varios días hubo pánico generalizado en toda Guadalajara por el riesgo latente de más explosiones, que ya no ocurrieron.

También se utilizó el ahora Bosque Urbano Tlaquepaque para depositar escombro y, según vecinos, restos de víctimas que fueron resguardados por el Ejército para impedir que se acercaran personas.

La versión oficial

Finalmente, un peritaje de la PGR admitió que sí era gasolina la sustancia encontrada. Que el agujero por donde se supone se fugó la gasolina del poliducto se debió a un proceso de corrosión ocasionado “por meses e incluso años” de desgaste. 

La gasolina entró a la red de drenajes por una tubería de descarga localizada bajo el poliducto a razón de 1.1 a 1.3 litros por segundo. Se responsabilizó a la empresa San Pablo, encargada del desarrollo habitacional del Álamo Industrial, de colocar la tubería junto al poliducto de Pemex. Nunca hubo un reconocimiento de la responsabilidad de Pemex, ni reparación integral del daño.


Por Violeta Meléndez, con información del Colegio de Jalisco y entrevistas, imágenes de Guadalajara Antigua AC