El Concurso de Salto Internacional Oficial Cinco Estrellas (CSIO 5*), que se llevó a cabo en el Club Hípico Coapexpan, significó un suceso impactante para Liz Woodburn y su yegua “Geke”, pues durante su participación sufrieron un accidente, del cual ambas salieron lastimadas.

El 18 de marzo parecía un día normal y feliz para la creadora de contenido, pues la competencia representaba su regreso al circuito ecuestre de más alto nivel y, además, su puntuación era buena, ya que el binomio demostraba su preparación al saltar con fluidez.

Todo marchaba a la perfección, libraron barras dobles y no había indicios de que algo podría salir mal; sin embargo, en el obstáculo 10 de 11, el equino se tropezó y la amazona cayó al suelo, donde estuvo inconsciente y con convulsiones durante un par de minutos. De manera que, al despertar, la trasladaron a un hospital en Xalapa, Veracruz.

Confiesa que el chaleco de seguridad que portaba y el casco la salvaron, ya que ambos están diseñados para reducir la aceleración del cuerpo y cráneo, con la finalidad de que los impactos sean menores.

Me he accidentado muy poco en mi vida, pero este incidente fue el más grande que he tenido; me golpeé duro y me hizo reflexionar muchas cosas. Soy positiva, veo el lado bueno de todo en general, sé que esto fue algo muy negativo, pero me enseñó que debemos ser agradecidos por lo que tenemos, hay que concentrarse en lo bueno”.

Tras dos días de exámenes médicos, como tomografías, resonancias magnéticas y placas, el diagnóstico descartó fracturas o lesiones de gravedad, pero los especialistas aseguraron que su caso era un milagro, pues la zona de la cabeza en la que recibió el golpe era muy delicada, e, incluso, otras personas han quedado paralíticas por traumatismos similares.

Otro de los retos a los que se enfrentó fue no tener tener tanto acercamiento, como está acostumbrada, con su hijo, Carlos, ya que para su recuperación no podía cargarlo porque su esqueleto no estaba alineado debido a la conmoción.

Fue difícil no estar presente de una manera normal, no pude ser la misma con mi bebé o mi esposo en el tiempo de sanación; era muy fuerte y triste sólo darle un beso o acariciarlo durante 15 días”

Es así que su gran aprendizaje luego de este episodio fue desacelerar para apreciar cada instante y, aunque ya era algo que tenía presente durante los siete meses que tiene como mamá, ahora lo reafirma aún más.

Tiene claro que su prioridad es velar por el bienestar de su primogénito sin descuidarse a ella, sin embargo, la equitación la llena de felicidad, pues también es un deporte que lo considera como terapia y meditación activa, así que a pesar de lo que vivió, no lo piensa dejar.

Un accidente te deja una huella para siempre y te hace reflexionar muchas cosas, no debemos esperar a que nos suceda algo así para transformar nuestra vida”.

Su fan #1

Desde que nació, Charlie la acompaña a todas sus competencias ecuestres y, a pesar de estar concentrada en los desafíos, al finalizar las pruebas comparte con su pequeño sus triunfos.