SAN MIGUEL DE ALLENDE.- Al calor del Bajío y bajo el cobijo de sus seres amados, Azul Etcheverry y José Adolfo Murat se juraron amor eterno. Su relación, la cual dio inicio hace cuatro años, pasó a la siguiente etapa luego que de ambos se dieran el sí en una ceremonia civil y otra religiosa, para de esta forma comenzar a vivir un nuevo proyecto como familia.
“Soy inmensamente feliz, me caso con el hombre de mi vida, es la decisión más fácil que he tomado, porque es una persona maravillosa con la que me uno; es alguien que me conquistó y que lo sigue haciendo día a día con sus detalles, amor y transparencia”, platicó la novia, quien es política y empresaria.
A lo largo del encuentro y alrededor de charlas amenas, los allegados del matrimonio destacaron en todo momento algunas de las virtudes que los caracterizan como equipo y pareja. Ya que, además, una de las peticiones que hicieron los Murat Etcheverry a sus invitados fue el solicitar, en vez de regalos, donaciones a tres organismos sin fines de lucro: Casa Amigo Daniel, Fundación O’Connell y Casa Yoliguani.
“Tienen metas, una visión del mundo muy parecida, un sentido de lo familiar y del amor fraternal, pues ambos están juntos en iniciativas de servicio social y en apoyo a la comunidad, por lo que creo que en ese sentido se complementan bastante”, mencionó la mamá de la novia, Maricela Aranda.
Al ritmo de “Strangelove”, de Depeche Mode, los recién casados hicieron su aparición al centro del festejo. De este modo, entre los vistosos detalles decorativos del espacio abierto, la música y el banquete, los invitados a esta reunión no dejaron de elogiarlos por la recepción y, al mismo tiempo, de augurarles lo mejor en lo futuro.
“Ha sido una boda perfecta, con muy buen gusto, hubo igual una muy buena recepción, y este lugar lo pusieron impecable”, destacó Rodrigo Cuevas, amigo de los novios.
“Espero que tengan demasiada comunicación, es algo que pues es algo muy relevante, y les deseo que sean felices, aunque yo los veo así, por lo que creo que esto será para siempre”.
La organización corrió a cargo de los wedding planners Eduardo Chayo y Alfredo Rangel, quienes reflejaron una línea clásica, elegante y limpia con influencia árabe libanesa, así como un nutrido uso de follajes y flores blancas.
"No he visto una novia más bella, si la tuviera que describir sería como una hada salida del cielo”.
Raquel Bessudo, amiga de los novios