Su oficina es un reflejo de su carácter, literalmente, curtido por el fuego. Sin adornos, recuerditos ni privacidad, en su área de trabajo, el director de los bomberos de la Ciudad de México está rodeado por radios con las frecuencias de emergencia, teléfonos celulares y fijos, diversos reportes con estadísticas de siniestros y una televisión para monitorear las saturadas calles capitalinas.

Cuando hay incendios fuertes, que está duro el humo, la flama alta y se oyen explosiones, a veces a los muchachos les da miedo. En ese momento me pongo yo mismo en la primera línea, para que ellos sientan confianza.

Recio, directo, sin florituras, así habla Raúl Esquivel, mejor conocido como el Jefe Vulcano, quien luego de 47 años de servicio no pierde el humor y tampoco se cansa. De hecho, por primera vez revela que no ha descartado la idea de dar el salto a la política.

Da la impresión de que la Ciudad no les da a los bomberos el reconocimiento que merecen…

La gente, pues… El gobierno sí ha estado al pendiente de nosotros, sobre todo desde que entró el licenciado Mancera. Apenas llegó, luego luego nos compró mil 200 equipos de atención personal.

Pero todavía les falta…

-Nos ha apoyado bastante: nos compró 20 camionetas, nos acaba de comprar otras 20, también seis camiones bomba que, cada uno, vale unos 6 millones de pesos. Cuando empezó el gobierno, éramos mil 600 bomberos y ya somos mil 850, entonces sí ha habido apoyo.

¿Usted encabeza las protestas de estos días?

No, eso es cosa del sindicato.

¿Es una rebelión?

No, es sólo una forma de presión para las negociaciones del contrato colectivo de trabajo.

¿Hay posibilidad de que se vayan a huelga?

No, tenemos que llegar a un acuerdo. Y si no, vamos al gobierno y el jefe de Gobierno nos apoya.

La Asamblea no les da recursos suficientes…

Ahorita lo que estamos pidiendo es que nos apoye fuerte para la estación de Iztacalco y para la de Milpa Alta, que no tiene bomberos. Milpa Alta cubre hasta Tláhuac y Xochimilco. Hace falta una estación en Tláhuac porque el tráfico hacia allá es brutal y luego, cuando por fin llegamos, ya es demasiado tarde y, claro, la gente se molesta.

¿Cuántas estaciones debería tener el DF?

Nos conformamos con una por delegación. Hoy tenemos 17, tres de ellas en Iztapalapa. Además hay tres módulos.

¿El mundo necesita héroes?

No, no tanto. Necesitan bomberos con el equipo adecuado que reúna las características y las especificaciones para el trabajo. Aquí cubrimos, en un día tranquilo, ¡10 incendios! Así, muy aburrido.

Nadie lo imagina…

Ésta es la estadística diaria que le mandamos al jefe de Gobierno a las 6 de la mañana: ayer atendimos 15 incendios. Hay días que nos vamos a 25 o 30.

¿Y días en que se arrepiente de ser bombero?

Sí, a veces se arrepiente uno. Pero hay que echarle la casta; si no, los muchachos de abajo se cuartean, y eso es muy delicado.

¿Cómo le hace para que lo sigan?

Me pongo al frente. Cuando hay incendios fuertes, que está duro el humo, la flama alta y se oyen explosiones, a veces a los muchachos les da miedo. En ese momento me pongo yo mismo en la primera línea, para que ellos sientan confianza.

¿Usted todavía puede armar una línea?

¡Claro! Es mi trabajo, lo ejecuto diariamente: corro, subo la manguera. Es muy importante que lo vean a uno como un ejemplo. Porque cuando uno se quiere imponer a puros gritos, no funciona.

¿Cuál es la diferencia entre un jefe y un líder?

Que el jefe dice: “¡vayan!”; y el líder siempre debe decir: “vamos”.

Pero los años de experiencia, el cargo, ¿no le dan el derecho de decir: “vayan”?

En mis 47 años de servicio nunca he hecho eso. Les digo: “vamos, vénganse”. Yo los jalo, pues soy el primero en estar en el siniestro y ellos me siguen.

¿Y cuando se le muere alguien?

Afortunadamente, como jefe, en 12 años, no ha ocurrido. Y como jefe de estación, en más de 30 años, tampoco tuve algún elemento que falleciera.

¿A usted qué lo prende?

Sacar el trabajo perfectamente bien. Hasta ahora no tengo reclamos. Donde quiera que voy, la gente me saluda y hay palabras de respeto, de admiración. Eso me obliga a seguir trabajando fuerte.

¿Algún día lo veremos de candidato?

Lo hemos pensado, pero en su momento se lo diré.

Lo ha pensado y no lo ha descartado…

No.

¿Cuántas vidas ha salvado?

No las cuento, pero creo que es muy buen récord.

¿Alguna vez ha llorado en una misión?

Por supuesto. Cuando vemos a la gente que pierde la vida por el humo o quedan calcinados.

¿A qué huele?

Es un olor muy desagradable que conocemos perfectamente los bomberos. Huele a carne quemada, a cabello, a hueso.

¿Qué lección le ha dado el fuego?

Que nunca se termina de aprender. Un bombero debe estar capacitándose continuamente, diario, no sólo en el control de incendios, sino en volcaduras, choques, rescates, cortocircuitos, inundaciones, derrumbes…

¿El fuego es traicionero?

Sólo si dejamos que se salga de control. En estos tiempos, ya no podemos permitir que un incendio dure horas.

¿Cuál es el peor enemigo de los bomberos?

Los cierres de calles por manifestaciones. Bloquean vialidades y los vehículos que tratan de avanzar por donde pueden, saturan las vías alternas y eso nos complica demasiado porque no podemos llegar a atender la emergencia.

¿Y qué hacen en esos casos?

Pues hay que bajarse y correr para tratar de llegar y atacar el siniestro con las herramientas que encontremos en el lugar, en lo que llegan los carros bomba.

¿Es cierto que lleva 33 años sin tomar vacaciones?

Estamos cumpliendo 34 años.

¿Sin vacaciones?

Sin un día de descanso.

Pero ¿por qué?

No me son atractivas las vacaciones…

¿Y su familia?

Ellos saben que ser bombero es mi vida.

¿Cuántas horas duerme?

Pues cuatro, cinco horas.

¿Sabía usted que tiene 72 años?

Hasta ahorita no me siento cansado.

Tiene más vigor que muchos que nos están leyendo…

La actividad no me intimida. Yo no sé qué es una gripa, una calentura, tos… ¡no tengo nada!

¿Es inmortal o qué?

La actividad no me intimida. Yo no sé qué es una gripa, una calentura, tos… ¡no tengo nada!

¿Cuándo planea retirarse?

El retiro aquí es a los 50 años de edad y 30 de servicio.

¡Ya se pasó!

Casi estoy doblando, pero me he sentido bien. Seguiré hasta que me digan: “joven, se tiene que ir”.

¿Habrá quien se atreva?

Esperemos que no.

¿Qué se necesita para ser bombero? ¿Ser valiente?

Ser valiente no significa que no se tenga miedo. Al miedo se le controla.

Se ha vuelto todo un tuitstar, describa su vida en 140 caracteres…

Entré a la institución hace tantos años y hoy sigo muy aferrado a mi trabajo, ésa es mi vida.

¿Qué le apaga el buen humor?

La gente floja. Dentro y fuera de la institución.

¿Qué le apaga el buen humor?

La gente floja. Dentro y fuera de la institución.

Usted les pone la vara muy alta…

¡Claro! Y debe estar alta para que los jóvenes de 18, 20 años se apliquen. No creo que sea mucho trabajo aplicarse y cumplir con los estándares.

¿Dónde quiere el bombero que depositen sus cenizas?

No lo he decidido todavía.

¿Piensa en la muerte?

¡Para nada! Pienso salir bien y seguir trabajando. Y si puedo y tengo todavía opción y el apoyo para otra cosa, sobre todo el apoyo, lo haré con mucho gusto.