"De nuevo llegas a mi casa", de Hugo Gutiérrez Vega

El poeta tapatío tiene una colección larga de poemas de amor. Fue un inspirado en el tema. 

Nació en Guadalajara, Jalisco en 1934 y falleció en septiembre de 2015. Director de teatro, escritor, poeta, ensayista, periodista, profesor universitario y diplomático. Algunos de los libros de poesía publicados de Gutiérrez Vega son Buscado amor (1965), Desde Inglatrera (1971), Samarcanda y otros poemas (1972), Resistencia de particulares (1974) y Cuando el placer termine (1976), libro con el que ganó el Premio Nacional de Poesía, por sólo mencionar algunos. 

Este poema es parte de “Buscado amor, reeditado recientemente por la Universidad de Guadalajara. 

 

De nuevo llegas a mi casa

Conoces el camino 

y sabes que mis cosas 

se han amoldado a ti. 

En el espejo 

queda tu reflejo. 

En la tarde de la ciudad, 

bajo las máquinas; 

en la tarde amarillenta, 

sucia, habitada de sombras, 

manchada por las prensas, 

vociferante río de niebla 

hacia la noche del tumulto; 

en la tarde tus cabellos 

serán un recuerdo presente. 

Yo estaré junto a tus dieciséis años 

y junto a tu fracaso, 

a tus cansados días 

vividos bajo el humo de la ciudad. 

Estaré junto a tu voz pasada 

escuchando tu voz presente. 

Leeremos nuestra historia 

en el libro cerrado de tu vientre.

"Absoluto amor", de Efraín Huerta

Nació en Silao Guanajuato en 1914 y aunque dedicó su vida a varios oficios, el de la poesía siempre lo acompañó. Publicó libros de poesía con frecuencia desde 1930 hasta 1982.

En 1933 entró a la Universidad Autónoma de México para estudiar leyes, en la cual sólo permaneció por dos años y cuando se publicó en 1935, su primer libro Absoluto amor, dedicado a Adela María Salinas, escritora y su novia de la época, y dejó la escuela para dedicarse de lleno a la escritura.

Este poema pertenece a ese primer libro:

 

Absoluto amor 

Como una limpia mañana de besos morenos

cuando las plumas de la aurora comenzaron

a marcar iniciales en el cielo. 

Como recta caída y amanecer perfecto.

Amada inmensa

como un violeta de cobalto puro

y la palabra clara del deseo.

Gota de anís en el crepúsculo

te amo con aquella esperanza del suicida poeta

que se meció en el mar

con la más grande de las perezas románticas.

Te miro así

como mirarían las violetas una mañana

ahogada en un rocío de recuerdos.

Es la primera vez que un absoluto amor de oro

hace rumbo en mis venas.

Así lo creo te amo

y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.

"Amor", de Salvador Novo

El escritor mexicano Salvador Novo siempre fue polémico: abiertamente homosexual en un tiempo en que no era tan común serlo.

Nació en Ciudad de México en 1904 y murió en esa misma ciudad en 1974, estuvo vinculado al grupo de Los Contemporáneos. Además de que desempeñó varios papeles importantes en el desarrollo de la literatura moderna y la gestión cultural, publicó más de 20 libros de poesía a lo largo de su vida. Según los críticos, su obra poética es ácida, humorista, desolada. 

Este poema pertenece al libro titulado “Espejo” publicado en 1933, cuando Novo tenía 29 años. Fue su segundo libro y este poema quizá es el más popular. 

 

Amor

Amar es este tímido silencio

Cerca de ti, sin que lo sepas,

Y recordar tu voz cuando te marchas

Y sentir el calor de tu saludo.

 

Amar es aguardarte

Como si fueras parte del ocaso,

Ni antes ni después, para que estemos solos

Entre los juegos y los cuentos

Sobre la tierra seca.

 

Amar es percibir, cuando te ausentas,

Tu perfume en el aire que respiro,

Y contemplar la estrella en que te alejas

Cuando cierro la puerta de la noche.

"Dicha", de Concha Urquiza

Nació en Morelia, Michoacán en 1910 y es considerada por la crítica como la mejor poeta mexicana después de Sor Juana Inés de la Cruz. Cuando tenía doce años publicó los poemas “Tus ojeras” y a los 13 años “Canto del Oro” y “Conventual” en varias publicaciones periódicas. Sin embargo libros sobre ella se publicaron hasta después de su muerte en1946, que sigue en un halo de misterio entre el suicidio y el accidente. 

Este es uno de sus poemas menos conocidos y, a la vez, más románticos. Lo escribió 25 de octubre de 1940. 

 

Dicha

Mi corazón olvida

y asido de tus pechos se adormece:

eso que fue la vida

se anubla y oscurece

y en un vago horizonte desparece.

 

De estar tan descuidada

del mal de ayer y de la simple pena,

pienso que tu mirada

-llama pura y serena-

secó del llanto la escondida vena.

 

En su dicha perdido,

abandonado a tu dulzura ardiente,

de sí mismo en olvido,

el corazón se siente

una cosa feliz y transparente.

 

La angustia miserable

batió las alas y torció la senda;

¡oh paz incomparable!

un día deleitable

nos espera a la sombra de tu tienda.

 

La más cruel amargura

con que quieras herirme soberano,

se henchirá de dulzura

como vino temprano

apurado en el hueco de tu mano.

 

hiere con saña fuerte

si sólo no desciñes este abrazo,

que aun la faz de la muerte

-con ser tan duro lazo-

pienso que ha de reír en tu regazo.

"En el filo del gozo", de Rosario Castellanos

Rosario Castellanos, nacida en 1925, en escribió muchos libros de poesía que publicó en vida y sin embargo, los poemas de amor no abundan en su obra y los pocos que se pueden encontrar, de alguna manera, están impregnados con un pátina oscura y dolorosa. 

Este es uno de ellos, forma parte del libro “De la vigilia esteril” y se sabe que es profundamente autobiográfico, lo cual no es difícil de imaginar después de “Los adioses”, una película basada en su vida y otras biografías que han abordado su idilio amoroso con el filósofo Ricardo Guerra. 

En el filo del gozo 

I 

Entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo:

que estrelle en ti sus olas funestas sin tocarme

y resbale en espuma deshecha y humillada.

 

Cuerpo de amor, de plenitud, de fiesta,

palabras que los vientos dispensan como pétalos,

campanas delirantes al crepúsculo .

 

Todo lo que la tierra echa a volar en pájaros,

todo lo que los lagos atesoran de cielo

más el bosque y la piedra y las colmenas.

 

Cuajada de cosechas bailo sobre las eras

mientras el tiempo llora por sus guadañas rotas.

 

Venturosa ciudad amurallada,

ceñida de milagros, descanso en el recinto

de este cuerpo que empieza donde termina el mío.

II 

Convulsa entre tus brazos como mar entre rocas,

rompiéndome en el filo del gozo o mansamente

lamiendo las arenas asoleadas.

 

Bajo tu tacto tiemblo

como un arco en tensión palpitante de flechas

y de agudos silbidos inminentes.

 

Mi sangre se enardece igual que una jauría

olfateando la presa y el estrago

pero bajo tu voz mi corazón se rinde

en palomas devotas y sumidas.

 

III

 

Tu sabor se anticipa entre las uvas

que lentamente ceden a la lengua

comunicando azúcares íntimos y selectos.

 

Tu presencia es el júbilo.

Cuando partes, arrasas jardines y transformas

la feliz somnolencia de la tórtola

en una fiera expectación de galgos.

 

Y, amor, cuando regresas

el ánimo turbado te presiente

como los ciervos jóvenes la vecindad del agua.

Información: Alejandra Carrillo. Fotos: Cortesía.