Detalle del mascarón central del Relieve de Los placeres en el lugar donde se ubicaba, en la selva de Campeche. Imagen tomada de www.traffickingculture.org

Expuesto desde su recuperación, un año después, en el Museo Nacional de Antropología (MNA), el friso recibe actualmente tratamientos de restauración, pues los daños que le produjeron no fueron menores.

Un equipo de especialistas restauradores del Museo Nacional de Antropología recobra la policromía original del friso in situ. Foto REFORMA / Héctor García

¿CÓMO OCURRIÓ?

Cazadores de tesoros supuestamente informaron de su hallazgo en la selva de Campeche al anticuario Everett Rassiga, quien obtuvo fotografías del friso y ordenó el saqueo de la pieza, con la intención de venderla en Estados Unidos.

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¿CÓMO TRASLADARON LA PIEZA?

Los saqueadores aplicaron un recubrimiento para evitar que se disgregara el friso cuando lo fragmentaron en 48 partes con una sierra.

Sergio González García, perito restaurador del Museo Nacional de Antropología, señala que los saqueadores usaron un polímero para recubrir la pieza y evitar su fragmentación, que ha sido muy difícil de eliminar. Imagen tomada de www.traffickingculture.org

De acuerdo con la organización internacional Trafficking culture, que documenta e investiga el tráfico y comercialización de bienes culturales saqueados, el desprendimiento ocasionó daños a la pieza.

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¿CUÁNTO COSTÓ?

El robo costó más de 80 mil dólares. Requirió una pista de aterrizaje y el envío de un avión desde Florida. El friso se trasladó luego, vía aérea, a Mérida y después a Nueva York.

¿EN CUÁNTO INTENTÓ VENDERSE?

Rassiga lo ofreció al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York para su exhibición en una muestra titulada Antes de Cortés y también lo puso en venta, por un precio de 400 mil dólares. El entonces director del recinto, Thomas Hoving, dio aviso al titular del Museo Nacional de Antropología, Ignacio Bernal, quien confirmó que se trataba de un bien cultural mexicano.

 

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¿CÓMO REGRESÓ A MÉXICO?

Las autoridades del Met convocaron una reunión entre Bernal y Rassiga y le hicieron saber al anticuario su opinión acerca de que el friso debía ser devuelto a México. Éste supuestamente dijo a Bernal que alguien debía pagar los 80 mil dólares que le había costado llevar la pieza a Estados Unidos.

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Eran tiempos en los que aún no existía en México la Ley Federal de Monumentos, que data de 1972.

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8.39 metros de largo 

2.48 metros de alto

son las dimensiones de la pieza

Entonces las autoridades mexicanas advirtieron a Rassiga que si no devolvía el friso le confiscarían una casa que tenía en Cuernavaca, Morelos. El anticuario regresó al País la pieza arqueológica, que desde entonces se expone en el Museo Nacional de Antropología.

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El saqueo fue documentado en una serie de fotografías que supuestamente tomó el hombre encargado de supervisar el desmontaje de la pieza. Este registro lo obtuvo en los años 80 el arqueólogo David Freidel, quien las proporcionó a la organización internacional Trafficking culture.

INFORMACIÓN E IMÁGENES:  traffickingculture.org / Grupo REFORMA