Piedras de hasta 140 toneladas se desprendieron y destruyeron los hogares de familias del Cerro del Chiquihuite Foto: Alberto Neri

El desplome

Pobladores y rescatistas trabajan en el lugar del desplome Foto: Alberto Neri

Alrededor de las 13 horas del pasado 10 de Septiembre, el desplome de varias toneladas de roca sepultó las casas que se ubicaban en la esquina de Club de Exploradores Chimalhuacán y Alacranes.

El derrumbe dejó cuatro personas fallecidas: Paola, de 22 años y sus hijos Jorge Dylan, de 5 años y Mía Mayrín, de 3 años de edad.

Así como Mariana Martínez, de 21 años, y quien era estudiante de Literatura Dramática y Teatro en la UNAM.

El Subsecretario de Gobierno del Estado de México, Ricardo de la Cruz, informó que las rocas que se precipitaron en la zona pesaban hasta 200 toneladas.

Foto: Alberto Neri

El Gobierno del Estado de México informó el lunes 13 de septiembre que al menos 126 viviendas deberían ser desalojadas; en ese momento habían desalojado al 50 por ciento.

11 días después del deslave, el Gobernador Alfredo del Mazo informó que se deberían desalojar al menos a 178 viviendas de la zona alta del Chiquihuite.

Y ese mismo día, el Presidente López Obrador anunció que se estaría trabajando en un plan de reubicación para las personas afectadas.

En donde se consiga el terreno, vamos a conseguirlo, y las casas que sean necesario, para que no corran riesgo porque lo más importante de todo es la vida"

Elementos de la Sedena ayudaron a vecinos a desalojar sus viviendas Foto: Alberto Neri

En ese momento, López Obrador enfatizó que se estaba trabajando en un estudio para analizar el riesgo de la zona, asimismo, se buscaba el terreno y la construcción de las viviendas.

Sin embargo, a casi un año del derrumbe, la reubicación sigue sin llegar.

11 días después del deslave, el Gobernador Alfredo del Mazo informó que se deberían desalojar al menos a 178 viviendas de la zona alta del Chiquihuite.

Y ese mismo día, el Presidente López Obrador anunció que se estaría trabajando en un plan de reubicación para las personas afectadas.

Asimismo, la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC) emitió el 23 de septiembre una declaratoria de emergencia extraordinaria por la “presencia de la amenaza natural de movimiento de ladera” del Cerro del Chiquihuite.

Sin reubicación

Durante el desalojo, habitantes se llevaron hasta los tinacos por temor a la rapiña Foto: Diego Gallegos

Selene Olivares (imagen de abajo) habita la última casa que existe antes de llegar a la zona del derrumbe en el Cerro del Chiquihuite.

Hasta el momento, y pese a que las autoridades prometieron la reubicación de los afectados, estos no han tenido ninguna novedad al respecto.

“Aunque esté expropiado, nosotros no podemos salirnos porque, pues a dónde vamos, nosotros no tenemos para las rentas”, dijo la mujer de 40 años.

El pasado 9 de octubre, autoridades del Estado de México publicó decretos para expropiar 12 predios ubicados en las inmediaciones del Cerro del Chiquihuite.

Selene Olivares sobre los restos de la casa de su hermano Foto: Alejando Mendoza

De acuerdo con las autoridades, todos los predios son de 250 metros cuadrados y se ubican en las calles Club de Exploradores de Chimalhuacán y Alacranes Segunda Sección, en la Colonia Lázaro Cárdenas, Tlalnepantla.

Cinco de ellos son propiedad del Instituto Nacional del Suelo Sustentable (Insus), dependiente de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), y los otros siete pertenecen a particulares.

Selene habita la casa más cercana a la zona del desplome y dejó su hogar desde el momento del siniestro.

Fotos: Alberto Neri

La mujer no pudo regresar hasta noviembre, estuvo tres meses fuera y rentando en espacios cercanos, pero por cuestión económica y para evitar robos en su domicilió regresó a su casa.

Ella recibió tres apoyos de 5 mil pesos cada uno, contrario a los 30 mil que el Gobierno del Estado de México presumió el 3 de octubre.

Un año después, vecinos reportan que han visitado el predio donde les prometieron sería su hogar, pero no han visto actividades de construcción.

“No sabemos la verdad, si sea cierto o no, pero pues mientras debemos de seguir aquí que es nuestra casa”, recalcó Selene.

El Chiquihuite pertenece a la Sierra de Guadalupe, que se extiende entre la Ciudad y el Estado de México, en 5 mil 293 hectáreas.

El Cerro se reparte entre la Alcaldía Gustavo A. Madero y el Municipio de Tlalnepantla.

Tan sólo en el lado que corresponde a la CDMX, 4 mil 500 personas habitan el Chiquihuite, de acuerdo con cifras del Inegi.

El crecimiento demográfico en la zona se remonta a hace 50 años, cuando nuevas colonias comenzaron a surgir en la Gustavo A. Madero, propiciadas por el auge industrial de Vallejo y Aragón.

Las familias construyen sus hogares con ayuda de las rocas del cerro Foto: Alfredo Moreno

La expansión poblacional alcanzó a la Sierra de Guadalupe en los 60. Desde entonces, no se detuvo.

En 1990 se publicó en el Diario Oficial la declaratoria de la Sierra de Guadalupe como Zona Prioritaria de Preservación y Conservación del Equilibrio Ecológico y se le declaró como Área Natural Protegida.

La medida no bastó. Los asentamientos continuaron surgiendo en el Suelo de Conservación, incluso sin servicios como electricidad.

Hasta 2016 se habían perdido mil 29 hectáreas del Suelo de Conservación en toda la Sierra.
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Según el Programa de Ordenamiento Ecológico Local de Tlalnepantla, la política en las tres secciones de la Colonia Lázaro Cárdenas es de aprovechamiento sustentable y de regularización de los asentamientos.

“Mejoramiento de la infraestructura urbana, consolidación de la imagen urbana e implementación de esquemas de movilidad urbana eficiente y regularización de asentamientos irregulares”, indica el documento.

Sin embargo, en el Atlas de Riesgo de Tlalnepantla, publicado en abril de 2019, se identificó a las tres secciones de la misma Colonia como Asentamientos Bajo Bloques Potencialmente Inestables, por lo que el Municipio identificó a mil 590 personas como población en riesgo.

El Cerro del Chiquihuite actualmente

Ya en 2017, el Municipio colapsó de forma controlada una piedra de 230 toneladas, la cual amenazaba a la segunda sección de Lázaro Cárdenas.

Debido a su antigüedad y a los movimientos sísmicos, este tipo de rocas se rompen y fracturan, aseguró Hugo Delgado, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM.

“Desde lejos se ve que las rocas están fracturadas, pero hay que hacer un estudio minucioso y definir, prácticamente bloque por bloque, la probabilidad de que cada uno de esos bloques se caiga”, apuntó Delgado.

Factores como las lluvias favorecen los desprendimientos, indicó el investigador, debido a que el agua funciona como un lubricante que corre por las grietas.

Para Delgado, las fracturas, la erosión y deslaves en el área son inevitables, pero los asentamientos en la zona de riesgo, sí podrían evitarse.

No hay un solo desastre natural, sabemos que los desastres son socialmente construidos"