DETENCIONES MASIVAS ARBITRARIAS

El informe de la ONU describe un “patrón de detenciones arbitrarias a gran escala” en Xinjiang, donde individuos sospechosos de terrorismo son retenidos en instalaciones de alta seguridad sin el debido proceso y por un periodo de tiempo indefinido.

Tener demasiados niños, llevar velo o barba o no usar pasaporte son citados como comportamientos que pueden llevar a las autoridades a identificar individuos en riesgo de “extremismo” y marcarlos para una posible detención.

Recientemente hay indicios de un cambio a penas de prisión formales “como principal método de encarcelamiento a gran escala y privación de libertad”, según el informe.

Muchos fueron detenidos sin que sus familias fueran informadas, agrega.

China ha calificado estas acusaciones de detenciones masivas como “mentiras”, insistiendo en que tiene definiciones “claramente específicas” de terrorismo y extremismo que “evitan la aplicación arbitraria debido a provisiones legales vagas, excesivamente amplias y generales”.

TORTURAS Y VIOLACIONES

El informe asegura que se han hallado acusaciones “creíbles” de torturas y agresiones sexuales, incluidas violaciones, en los centros de detención de Xinjiang.

Antiguos internos entrevistados por la ONU describen haber sido golpeados en “sillas tigre” —usadas por la Policía china para inmovilizar a los interrogados—, haber sido forzados a seguir tratamientos médicos sin explicaciones y haber sufrido violaciones y “exámenes ginecológicos invasivos”.

“La negación generalizada de todas las acusaciones por parte del Gobierno, así como sus ataques humillantes y sexistas a aquellos que han dado un paso adelante para compartir sus experiencias (…) aumentaron la indignidad y el sufrimiento de los supervivientes”, dice la ONU.

China insiste que los centros “garantizan completamente que la dignidad personal de los aprendices es inviolable y prohíben cualquier insulto o abuso contra ellos”.

Beijing había atacado previamente a las mujeres que denunciaron agresiones sexuales en los campos, tratando de desacreditarlas usando su salud sexual y su situación sentimental.

ESTERILIZACIONES FORZADAS Y ABORTOS

La ONU dijo que habló con mujeres que dicen haber sido “forzadas a abortar o a insertarse dispositivos intrauterinos anticonceptivos”.

El informe considera creíbles estas alegaciones y señala la aguda caída de la natalidad en Xinjiang desde 2017, basado también en un libro blanco de Beijing que vinculaba tener muchos hijos con el extremismo religioso.

“Hay indicaciones creíbles de violaciones de los derechos reproductivos a través de la aplicación coercitiva de políticas de planificación familiar”, afirma el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.

China afirma que las denuncias de esterilizaciones forzadas son “noticias falsas” y que la población de Xinjiang decide voluntariamente casarse más tarde y tener menos hijos gracias a la mejora de la educación y las condiciones de vida.

SUPRESIÓN DE LA LIBERTAD RELIGIOSA

El informe critica las “excepcionalmente amplias interpretaciones de extremismo” de China, que criminaliza actividades “conectadas a disfrutar la vida cultural y religiosa”.

Vestir hiyab o dar a los niños nombres musulmanes son señalados como indicios de “extremismo religioso” que “pueden conducir a graves consecuencias para estas personas”, dice el informe.

El Alto Comisionado apunta también informes “profundamente preocupantes” sobre la destrucción de mezquitas y cementerios en la región.

China insiste que “todas las actividades religiosas normales” en Xinjiang están protegidas por ley y subraya la financiación gubernamental de la renovación de algunas mezquitas y la expansión de una red oficial de institutos para clérigos islámicos.

TRABAJOS FORZADOS

La ONU encontró también señales de “elementos de coerción” en algunos programas de empleo en Xinjiang, en línea con las largas denuncias de trabajos forzados lanzadas por Estados Unidos y otros países occidentales.

El informe cita comunicados del Gobierno que hablan de transferir a internos de centros vocacionales a fábricas y se pregunta si “tales programas pueden considerarse totalmente voluntarios”.

China asegura que “los aprendices” de centros vocacionales “pueden escoger libremente sus trabajos” y que los graduados “están ganando salarios y disfrutando una vida próspera”.