ESENCIALES, PERO A LA DERIVA

Durante mucho tiempo, Aracely Sánchez trabajó sin contar las horas, con el temor a quedarse sin trabajo de un día para otro.

“Siempre me exigían más, y más, y más, como si fuera una máquina“, cuenta esta empleada doméstica en una casa de Madrid.

Mexicana de 39 años, forma parte de un colectivo que lucha por los derechos laborales básicos, como gozar de un descanso semanal, cobrar las horas extras o tener un seguro de desempleo. Una lucha muy difícil para este precarizado oficio en España.

Hay jefes muy humanos y que nos respetan, pero también hay muchos que quieren aprovecharse de la situación. Dicen: 'si no te conviene el trabajo, hay gente esperando afuera'".

En España, muchas familias recurren a los servicios de mujeres tanto para la limpieza de la casa, como para cocinar o cuidar a los niños. Según el sindicato Comisiones Obreras (CCOO), en el país:

mujeres trabajan como empleadas domésticas.
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lo hacen de manera informal.
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Muchas vienen de América Latina y no tienen papeles, se encuentran en una situación muy vulnerable".

LA REFORMA EN FAVOR DE LAS EMPLEADAS

Presionado por una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y por los sindicatos, el Gobierno del socialista Pedro Sánchez adoptó a comienzos de septiembre una reforma para acabar con las “discriminaciones” de las que son víctimas las empleadas de hogar.

El Ejecutivo español siguió las indicaciones de la justicia europea y en su texto —que calificó de “histórico”— protegió prestaciones y derechos de los que hasta ahora estas mujeres habían sido relegadas.

Estos son los detalles de la reforma hecha a través de un decreto de ley:

“Es un avance muy importante”, estima Mari Cruz Vicente, aunque “todavía hay problemas que resolver”, ya que las numerosas empleadas no declaradas, que los sindicatos querrían ver regularizadas, no pueden beneficiarse de estos nuevos derechos.

“Esa reforma era necesaria” porque España “tenía mucho retraso”, juzga por su parte Constanza Cisneros, miembro del Observatorio Jeanneth Beltran, una asociación dedicada a la defensa de las empleadas de hogar.

Todos los días nos llegan compañeras con casos de vulneración de derechos. Hay que poner fin a esas prácticas, ya".

SUFREN HUMILLACIONES

Aracely Sánchez conoce bien el tipo de abusos que combate la reforma.

Tras llegar a Madrid en 2001 para ocuparse a tiempo completo de una persona mayor por 350 euros al mes, llegó después otros empleos precarios durante 15 años, casi todos pagados de forma informal pese contar con permiso de residencia.

“Cuando decía que quería un contrato, nunca me volvían a llamar. No quieren pagar las cotizaciones”, explica la mujer, que describe un trabajo “desvalorizado”, donde las empleadas son consideradas como “mano de obra” y no “como personas”.

También comparte su opinión Amalia Caballero, una empleada de hogar originaria de Ecuador. Esta mujer de 60 años lamenta igualmente las “humillaciones” que sufren estas empleadas, especialmente quienes trabajan como internas.

“Muchas veces terminamos tarde, o nos cambian los horarios de último momento suponiendo que los vamos a cumplir. Pero es que nosotras también tenemos vida, necesitamos organizarnos”, explica.

Una vez, uno de mis jefes hasta me preguntó por qué me bañaba todos los días, seguro él pensaba que le costaba demasiado caro".

SUFREN HUMILLACIONES

“Falta todavía mucho” para que la mirada hacia las trabajadoras de hogar cambie, juzga Araceli Sánchez.

“Muchas empleadas tienen una preparación académica” con la que llegaron de sus países, y “una graduación”, reivindica. “Es necesario que la gente lo reconozca”, asegura.

Costanza Cisneros, del Observatorio Jeanneth Beltran, coincide y enfatiza la importancia de las trabajadoras domésticas.

“Nuestro trabajo tiene que respetarse más, también porque es indispensable. Si no estuviéramos nosotras para cuidar a los niños, cuidar las casas, cuidar a los ancianos, ¿qué harían las familias?”, lanza.