VUELVE A RESPIRAR

Juan Castorena
Transplante bipulmonar

“Me voy a morir”, le dijo Juan Castorena a su esposa Fabiola aquel día del 2013.

Acababan de diagnosticarle fibrosis pulmonar idiopática, enfermedad incurable que causa cicatrices en los pulmones y la pérdida de su funcionamiento.

Le dieron una esperanza de vida de cinco años que pudo superar con buena salud. El problema llegó a inicios del 2020.
“Empecé a sentir falta de aire”, cuenta el hombre hoy de 63 años, padre de dos adolescentes.

La recomendación médica fue utilizar oxígeno para dormir, pero la enfermedad avanzó rápido.

“Hasta para lavarme los dientes me cansaba, tenía que acostarme”, recuerda. “Para ir al baño era una odisea, sentía que me moría, no me alcanzaba el aire”.

Cuando lo diagnosticaron le dijeron que una posible solución sería el trasplante pulmonar, pero en ese entonces ningún hospital de México realizaba ese procedimiento. Hace dos años, cuando ya dependía del oxígeno, se enteraron que el único programa consolidado de trasplante de pulmón estaba en el Hospital Christus Muguerza Alta Especialidad.

Así, dejaron su hogar en Ciudad de México para ser atendidos: llegaron en marzo de este año para la preparación médica, pero sus pulmones se debilitaron aún más.

Contra el tiempo, el 5 de mayo fue internado y los médicos le informaron que ya no podría dejar el hospital. Su única salida eran dos pulmones que finalmente llegaron el 9 de mayo, por lo que al día siguiente fue trasplantado.

“La vida cambia”, dice el hombre, aún con dificultades para hablar. “Puedo hacer ejercicio, caminar”.

“Esperamos que, si vivo cinco o 10 años, los que sean, que sea con mejor calidad de vida. Que pueda abrazar a mis hijos”.

Ahora sólo esperan que los chicos alcancen la mayoría de edad para apuntarse como donadores.

“Para el familiar de la persona que nos donó los órganos de mi papá fue una decisión bastante difícil”, dice Juan Emilio, de 15 años, “pero al mismo tiempo creo que fue un acto que me hace recuperar la fe en la humanidad”.

 

LA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Sandra Aldape
Recibió un transplante de corazón

Atleta desde niña, Sandra Elizabeth Aldape nunca imaginó que su vida pendería de un hilo a los 40 años.

Llevaba un minuto en un juego de basquetbol cuando un súbito cansancio le hizo perder la respiración. Fue cuando le detectaron una miocardiopatía dilatada.

Cuatro meses después la enfermedad se agravó al punto de sufrir un infarto, por lo que le colocaron un marcapasos y debió usar silla de ruedas porque ni siquiera podía dar 10 pasos: su respiración, dice, correspondía a correr uno de los maratones en los que le gustaba participar.

Su única esperanza, le dijeron, era un trasplante de corazón, noticia que le dio mucho temor.

“Teníamos muchísimo miedo al trasplante, a decir ‘sí, acepto’ “, cuenta. “Al fin me hablaron del hospital para decirme que había un corazón para mí”.

Esto fue el 27 de enero del 2018: el órgano era de un joven de la Ciudad de México que murió en un accidente automovilístico.

Dice Sandra: “Era un momento de esperanza, pero, igual, de miedo: en ese momento me tuve que despedir de mi hijo, de mi familia, de amigos, porque no sabía cómo iba a salir”.

Leonardo, su hijo, recibió un “Hasta luego” de Sandra como promesa de que lo acompañaría en su graduación de secundaria.

Pasaron las horas en las salas de operaciones y de recuperación del Hospital Christus Muguerza Alta Especialidad hasta que Sandra volvió en sí: “Cuando despierto del trasplante pensé que la que había fallecido era yo.

“Entraban los doctores a la habitación y decían ‘Sandra, salió muy bien el trasplante’, pero no lo creía, decía: ‘Doctor, yo sé que fallecí'”.

Esto, sin embargo, desapareció cuando volvió a ver a su familia y a Leonardo: en ese momento Sandra supo que no se trataba de su final, sino del mejor momento: una segunda oportunidad de vida.

EL MÁS GRANDE 'SÍ'

Karla Cadena dona riñón
a su esposo Edgar Valdés

Cuando Karla Cadena se enteró de que podía salvar la vida de su esposo Edgar Valdés, no dudó en decir que sí.

Había escuchado casos de personas que donan un riñón en vida. Ella también lo haría, por él y por su hijo.

“Para volver a la vida que teníamos, verlo jugar con nuestro hijo de 5 años”, expresa.

La vida de estos saltillenses de 36 años dio un giro en el 2020 cuando los doctores le dijeron a Edgar que su función renal era nula, por lo que requirió hemodiálisis y, más adelante, necesitaría un trasplante.

“Pasó un año para que él dijera que sí al trasplante”, cuenta Karla.

Al inicio les dijeron que sólo podía recibir el órgano de un donante con su mismo tipo de sangre, O negativo, y que lo mejor era entrar en lista de espera. Para ese entonces, la salud del hombre se había deteriorado: una de las cosas que más le dolía a Karla era ver que no podía convivir con su hijo.

“No se podía meter a la alberca, no podía andar en bicicleta”, recuerda.

Un día, un médico les dijo que Edgar también podía recibir un órgano de un donante que fuera O positivo, el tipo de sangre de Karla. Al escuchar eso, ella no dudó en decirle: “Yo te dono mi riñón”.

“Lloró. No lo podía creer”, describe ella. “Pensé que me iba a decir que no, pero me dijo: ‘Nada en el mundo me gustaría más que tener una parte de ti dentro de mi cuerpo’”.

Fue cuando les recomendaron atenderse en el Hospital Christus Muguerza Alta Especialidad. Se sintieron más seguros con ese equipo médico y la cirugía se realizó el pasado 13 de septiembre.

Ahora están en casa. Edgar hace actividades tan cotidianas como beber agua, que antes del trasplante no podía.

“No es una decisión nada fácil”, admite Karla, “pero sin duda es el más grande ‘sí’ que he dado en toda mi vida”.

 

DE CHIAPAS A NL

Luis Manuel García
Primer transplante de pulmón post Covid

Tras perder a sus dos hermanos por la intensa primera ola de Covid-19, Luis Manuel García también se contagió del virus que fue dañando sus pulmones de manera irreversible.

Aunque fue atendido en un hospital de su natal Chiapas y sometido a tres intubaciones, el hombre no mostró mejoría, por lo que su única alternativa era la donación de pulmones, lo que no era posible en ese momento debido a que los trasplantes estaban suspendidos o atrasados en el País.

La necesidad hizo considerar a su familia viajar a Estados Unidos, pero en eso se enteraron de que había una entidad en México que estaba realizando esos trasplantes: Nuevo León.

La pandemia y la búsqueda de órganos impidieron la cirugía por 52 días más en los que Luis Manuel estuvo conectado a una máquina ECMO hasta que el 1 de septiembre del 2020 les avisaron que ya era posible el trasplante.

“Tuve coma inducido durante muchísimo tiempo, entonces las decisiones fueron tomadas por ella (su esposa, Xiomara Laura López Zenteno)”, contó el hombre, hoy de 58 años.

Finalmente los órganos llegaron y el hombre pudo ser trasplantado, un suceso histórico de acuerdo con personal del hospital: Luis Manuel sería el primer paciente de trasplante de pulmón post Covid en Latinoamérica, hecho que él cuenta con alegría.

Tras una larga rehabilitación, que ha implicado tomar muchos medicamentos al día para evitar que el cuerpo rechace sus nuevos órganos, Luis Manuel puede volver a vivir con alegría en compañía de Xiomara. La vida, así, les sonríe de nuevo.

'¡NADIE ME VA A DETENER!'

Abel Martínez
Recibió transplante de riñón

Durante su juventud, Abel Martínez experimentaba fiebres constantes que llegaban acompañadas de síntomas parecidos a la gripe y que le obligaban a estar en cama.

Él atribuía sus malestares al estrés y al cansancio, pero un día su doctor le ordenó una ecografía. Esto fue hace 20 años.

“Uno de mis riñones había desaparecido”, cuenta el hombre, hoy de 61 años, padre de tres hijos.

“A raíz de tantas infecciones había explotado, aparentemente ya no estaba, y el otro funcionaba al 25 por ciento”.

Hasta entonces Abel supo que nació con un defecto congénito que ocasiona el crecimiento anormal de sus órganos, lo que quizá le hizo más propenso a las infecciones que desarrollaba.

“Ahí empezó mi peregrinar con un riñón funcionando a un 25 por ciento”, relata.

“Sabíamos que, en un momento dado, ya no iba a funcionar”.

Pudo seguir con su vida normal hasta 2019 cuando debió empezar hemodiálisis. Se mantuvo así durante otros tres años más hasta que su órgano ya no resistió.

En septiembre del 2021 lo apuntaron en la lista de espera para recibir un trasplante y, aunque Abel siempre proyectó una actitud optimista, hoy confiesa que en realidad estaba convencido de que no llegaría a tiempo para la cirugía.

“Yo realmente creía que jamás iba a llegar al riñón, al trasplante”, expresa.      

“Había mucha gente esperando”.

Al ver a Abel no parecería que apenas en mayo pasado recibió un nuevo riñón. Dice su esposa Arit Jasso que se ha recuperado muy rápido y sin complicaciones.

Ahora la parte entrañable es que su panorama cambió por completo: ahora ve un horizonte distinto.

“Esto me da como un segundo aire, inmenso, que digo: ‘Caray, preocúpense, porque ahora ¡nadie me va a detener!'”.

Pleno, Abel sonríe.

 

Por información Dalia Gutiérrez y Antonio Martínez