HURGAR EN LOS ORÍGENES

En una oficina de la Cruz Roja en Moscú, una mujer explora sus orígenes judíos para ayudar a su hijo a huir de Rusia y evitar la movilización.

“Obtener un pasaporte israelí es la única manera que tiene mi hijo de no ir a combatir en Ucrania“, dice esta mujer morena y de rostro cansado, que no quiso dar su nombre por razones de seguridad.

Debido a la Ley del Retorno, una política clave de Israel, todos los judíos tienen derecho a la ciudadanía y residencia en esa nación.

En la cola de espera, Iván Mitrofanov, de 32 años, busca también pruebas documentales del origen judío de sus abuelos, una llave maestra que le abriría las puertas de la emigración a Israel.

Como es informático, Iván no se ha visto afectado de momento por la movilización militar parcial decretada el 21 de septiembre por el Presidente Vladimir Putin. Sin embargo, dice tener prisa por marcharse “mientras las fronteras sigan abiertas”.

Como mi pasaporte ruso es tóxico en Europa, me iré a Israel, que sí nos acepta".

UN ÉXODO JUDÍO CRECIENTE

Desde el inicio de la ofensiva rusa en Ucrania, lanzada el 24 de febrero, “el 90 por ciento” de los clientes de un centro administrativo en Moscú van para encontrar pruebas de sus orígenes judíos, cuenta Tatiana Kalajnikova, que trabaja en el lugar.

“Quieren abandonar Rusia, en guerra, para irse a Israel, donde la guerra no termina nunca”, dice con sarcasmo esta mujer, refiriéndose al conflicto entre los israelíes y los palestinos.

En los cinco primeros meses del conflicto, las solicitudes de inmigración desde Ucrania y Rusia se triplicaron, según la oficina central de estadísticas de Israel.

han llegado a Israel desde Rusia.
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han llegado desde Ucrania.
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En julio, Rusia ordenó la disolución de la agencia judía Sojnut (arriba en la foto), que se ocupa de la ayuda a la emigración, acusándola de infringir la ley.

Muchas celebridades rusas, como la artista de variedades Alla Pugacheva y su marido, el actor Maxim Galkin, o la estrella del rock Andrei Makarevich, se marcharon a Israel al inicio de la ofensiva rusa en Ucrania.

Y el anuncio de una movilización a menudo caótica y aleatoria provocó una nueva ola de exilios, de manera que en las últimas semanas decenas de miles de rusos se precipitaron a las fronteras de Georgia y Kazajistán.

 

Prueba de ese éxodo es que en los últimos meses abrieron en Moscú cinco nuevas agencias privadas que ofrecen sus servicios para facilitar la emigración a Israel.

Vladimir Paley, un reconocido especialista de la genealogía judía en Rusia, lleva 30 años investigando los orígenes de sus clientes. Desde el inicio del conflicto, dice haber recibido “diez veces más solicitudes”, tanto de rusos como de ucranianos.

La ironía de la historia es que si bien el ser judío estaba muchas veces mal visto en la URSS, ahora la pertenencia a esa estirpe se ha convertido en un lujo para los rusos deseosos de obtener un pasaporte israelí y escapar del aislamiento de Rusia.

"Desde la movilización, respondo sobre todo a llamadas de madres que tratan de expatriar a sus hijos".

SE VAN POR 'MIEDO Y ASCO'

Contrariamente al éxodo económico de los años 1990, cuando un millón de habitantes de la extinta Unión Soviética emigraron a Israel, la oleada actual es una emigración motivada por “el miedo y el asco”, afirma uno de los clientes de Paley, Mijail, de 40 años.

Profesor de historia y autor de varios libros, Mijail nunca pensó en emigrar, pero con la movilización, se decidió a dar el paso, y quiere hacerlo con su mujer y su hijo.

La decisión de irse, tomada a menudo con prisas, también provoca rupturas familiares.

Andrei Trubetskoi, un empresario de 58 años y ex funcionario del Ministerio ruso del Interior, cuenta que en febrero supo que “no quería tener nada que ver” con su país natal.

Junto con su mujer, una historiadora, buscó en los archivos y descubrió que su bisabuelo era un judío hasídico. La pareja estaba preparando su documentación y aprendiendo hebreo, cuando en el último momento, su esposa se echó para atrás. Se divorciaron y Andrei se marchó solo a Israel.

“Para la mayoría de estos emigrantes rusos, la decisión de irse es impulsiva”, analiza la socióloga Liubov Borusiak, profesora en la Universidad Libre de Moscú y quien encuestó a 150 familias que desde febrero decidieron marcharse.

Su objetivo no es mudarse a otro país, sino abandonar Rusia (...). Es una emigración que obedece al pánico".