EL PAPEL DE STARLINK

Musk ha emergido en los últimos meses como un actor nuevo y caótico en el escenario de la política global. Si bien a muchos ejecutivos multimillonarios les gusta tuitear sus ideas sobre los asuntos mundiales, ninguno puede acercarse a la influencia y la capacidad de Musk para causar problemas.

Si bien la mayor parte de la riqueza de Musk proviene de su participación en su compañía de automóviles eléctricos, Tesla, su influencia global reside en gran medida en su compañía de cohetes, SpaceX, que administra la red de satélites Starlink. Starlink puede proporcionar servicio de Internet a zonas de conflicto y se ha convertido en una herramienta esencial del Ejército ucraniano.

La influencia de Musk crecerá aún más si, como prometió, el viernes se concreta su compra de Twitter. El magnate se ha llamado a sí mismo un absolutista de la libertad de expresión, y se espera que transmita esas ideas a la plataforma.

Sus críticos, y hay muchos, temen que sea difícil separar las opiniones de Musk de sus intereses comerciales, especialmente cuando se trata de Tesla, que depende cada vez más de China.

LA POLÉMICA CON UCRANIA

En algunos casos, Musk ha sido de gran ayuda para las causas de Occidente. Cuando proporcionó acceso a Internet a través de Starlink en Ucrania a principios de año y financió al menos parte del hardware y el servicio, equipó tanto a civiles como a soldados con un medio de comunicación crucial durante la invasión por parte de Rusia.

Pero sus mensajes han causado problemas y enfrentamientos. La semana pasada, por ejemplo, dijo en Twitter que no podía financiar “indefinidamente” el uso de Starlink en Ucrania, antes de cambiar repentinamente su opinión.

A fines del mes pasado, Musk asistió a un evento privado en Aspen, Colorado, llamado The Weekend. Organizado en parte por el ex director ejecutivo de Google y asesor gubernamental Eric Schmidt, el evento reunió a líderes empresariales y políticos de Estados Unidos, incluida la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el ex Vicepresidente Al Gore.

A la hora del almuerzo, bajo una carpa en un campo de golf, Musk subió al escenario para una conversación amplia con el empresario multimillonario David Rubenstein, según dos personas que asistieron al evento y hablaron bajo condición de anonimato.

Al final de la conversación, para sorpresa de muchos de los asistentes, Musk propuso un plan de paz para la guerra en Ucrania que permitiría a Rusia anexar zonas ucranianas. La idea indignó a muchos en el evento, según los asistentes.

Musk reveló su plan 10 días después en Twitter. El Kremlin apoyó públicamente la idea, pero el Presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, y sus principales asesores reprocharon ferozmente la idea.

No obstante, Kiev no tiene hacia dónde moverse: las terminales Starlink se han convertido en un medio de comunicación crucial para el Ejército ucraniano.

Este mes, Musk provocó más incertidumbre para Ucrania cuando dijo que no podía seguir pagando el servicio de Starlink al país, haciendo parecer que estaba asumiendo los gastos. En realidad, Estados Unidos, Gran Bretaña y Polonia han pagado a SpaceX al menos parte del costo de Starlink, según un documento que describe los gastos revisado por The New York Times.

PROBLEMAS CON IRÁN

Mientras estaba en Aspen presentando su plan de paz para la guerra en Ucrania, Musk también se metió en disturbios en Irán.

A medida que protestas contra el Gobierno se extendía por todo Irán, las autoridades respondieron bloqueando el acceso a Internet en algunas áreas, y Musk pareció acudir al rescate.

“Activando Starlink”, dijo en un mensaje de Twitter después de que el Gobierno de EU levantara algunas sanciones que limitaban la capacidad de las empresas tecnológicas estadounidenses de operar en Irán para que pudieran ayudar a los manifestantes.

Starlink ofrecía la posibilidad de eludir el bloqueo del Gobierno de las conexiones de Internet terrestres que había desconectado a los iraníes en muchas ciudades.

Pero como muchos iraníes pronto se dieron cuenta, la promesa de Musk no se cumplió. El empresario no dijo nada sobre lo que se necesitaba para poner en marcha Starlink, cuánto tiempo llevaría y por qué las restricciones del Gobierno iraní harían casi imposible ofrecer el servicio ampliamente dentro de Irán.

Si bien Starlink no estaba disponible en Irán, hackers que se creía que tenían vínculos con el Gobierno comenzaron una campaña de phishing, enviando mensajes dentro de los canales de redes sociales con enlaces que afirmaban brindar acceso a Starlink, según Amir Rashidi, un experto en derechos digitales de Irán.

En lugar de brindar acceso al sistema satelital de Musk, los enlaces eran malware que engullía información de los teléfonos de los usuarios, dijo Rashidi, quien analizó al menos cinco versiones del malware.

Y TAMBIÉN CON TAIWÁN

Musk también entró recientemente en quizás el punto geopolítico más delicado del mundo: Taiwán.

Las tensiones entre China y Taiwán plantean grandes riesgos para el imperio empresarial de Musk. Tesla opera una planta de fabricación en Shanghái que produce hasta el 50 por ciento de los autos nuevos de la compañía.

El Gobierno chino con sede en Beijing controla estrictamente cómo operan las empresas occidentales en el país, y los observadores han manifestado preocupaciones durante mucho tiempo sobre cómo la dependencia de Tesla de China podría afectar las posiciones políticas de Musk.

Este mes, Musk confirmó que enfrentó presiones de Beijing, cuando le dijo al Financial Times que el Gobierno chino había dejado en claro que desaprobaba que ofreciera el servicio de Internet Starlink en Ucrania. Beijing buscó garantías, dijo, de que no ofrecería el servicio en China.

Luego ofreció una forma de aliviar las tensiones: entregar parte del control de Taiwán a China. El comentario, que rompe bruscamente con la política de Occidente, provocó rápidas condenas de los políticos taiwaneses.

En una entrevista telefónica con The New York Times, Chao Tien-Lin, miembro del Partido Democrático Progresista de Taiwán, pidió a Musk que se retractara de su declaración.

“Si no lo hace, aconsejaré sinceramente no solo a Taiwán sino a todos los consumidores en los países democráticos liberales que boicoteen a Tesla y sus productos relacionados”, dijo.