Por Emmanuel Aveldaño

Vive en el Río Santa Catarina
desde hace 14 años

Desde hace más de una década, Alejandro Madrigal, de 42 años, vive en el Río Santa Catarina.

Con menos de 15 años dejó su hogar, en Michoacán, para buscar el sueño americano, sin embargo, tras ser deportado llegó a Monterrey y desde entonces vive en situación de calle.

Ante la falta de un hogar, Alejandro cuanta que le dio forma a un “tejabancito”, en el lecho del Río Santa Catarina, donde vive tranquilo con sus seis perros ya hace 14 años.

Para sobrevivir, el hombre dice recolectar cartón y plástico hasta por 11 horas diarias, los siete días de la semana, en Colonias como la Caracol, la Buenos Aires, o en puntos del Centro como el Barrio Antiguo o en los alrededores del Mesón Estrella.

Por su jornada de limpieza y reciclaje dice apenas gana entre 150 y 200 pesos por día.

“Yo aquí vivo independiente, vivo muy bien, tranquilo, nadie me molesta”, contó Alejandro, ” (Vivo en) un tejabancito, chavalito, ahí no más, (somos) mis perros y yo, una colchonetita ahí que tengo, no puedo comprar cama.

“Me compro mi comidita, mi desayuno al medio día y a veces cuando no me va bien, me tomo un litro de agua, ceno bien y me duermo, pero sí mis animalitos sus tres botanitas”.

Aunque en alguna ocasión intentó regresar a Michoacán con su familia, los problemas de inseguridad lo obligaron a volver a Monterrey.

'Si nos dieran
una oportunidad'

Son las 12:00 de medio día, el termómetro registra 33 grados, mientras José merodea un contenedor de basura, ubicado en los Condominios Constitución.

A prisa, busca algo de basura que se pueda reciclar para venderla en un negocio ubicado en la Colonia Independencia, y así conseguir dinero para comprar su primer bocadillo del día.

Esa es su rutina desde hace 5 años, cuando José Manuel Mejía Solís, de 45 años, perdió todo y se quedó en la calle.

Con timidez, el hombre originario de Tabasco se limitó a decir que por circunstancias de la vida perdió su hogar.

Casi todas las noches duerme en los alrededores de la Clínica 33 del IMSS.

Una oportunidad para salir adelante, es lo que pide José, quien dice estar solo y no tener familia.

“La sociedad nos ve como unas lacras y nos hacen de menos, pero si nos dieran la oportunidad somos trabajadores”, comentó el hombre de 45 años. “No hay trabajo no tengo papeles, no puedo sacar mi credencial de elector, pues aquí estoy”.

“A veces quiero tirar la toalla pero si la tiro, ¿cómo como, cómo sobrevivo?, no me gusta pedir porque tengo manos todavía.

“Ahí como un perro sólo, ahí me la tengo que rifar, o vivo o muero… aquí sigo pero sin agachar la mirada, firme y con dignidad”, afirmó.

Al igual que otras personas en situación de calle, José prefiere vivir en la calle, en lugar de aprovechar los albergues debido a las restricciones que tienen los centros de asistencia que hay en la Ciudad.

Otro de los problemas que enfrentan es la falta de servicio médico al no tener documentos oficiales.

Abandonan a personas
en situación de calle

Recargada entre sus colchas sobre un cartón, María se prepara para dormir, en la esquina de Pino Suárez y 15 de Mayo, en el Centro de la Ciudad.

A diferencia de otras personas que viven en situación de calle, ella luce limpia e incluso muy sonriente, sin embargo, no sabe desde hace cuanto tiempo vive en la calle.

Es evidente que padece alguna enfermedad mental debido a que sus conversaciones son poco elocuentes.

Pese a ello, María de 53 años, se encuentra sola. Ella, ni otros indigentes que se encuentran en el sector, reciben algún tipo de asistencia por parte del Gobierno estatal o municipal.

Entre líneas, María dice vivir frente al Hospital de Traumatología No. 21 del IMSS, ya que ahí consigue comida que llevan de forma altruista otro ciudadanos.

Cuenta que fue maestra de tercer grado hace tiempo, que se encuentra tramitando su jubilación en La Alameda para vivir de su pensión.

Dice que a diario se entretiene observando a las mujeres que cruzan la calle, y tropiezan cuando los tacones de sus zapatos se atoran en las alcantarillas.

Al preguntarle por su familia, su semblante cambia y se pone triste.

“Ellos andaban en un camión, todos mis hermanos y mi hijo, pero cuando menos esperaron se metieron a un agua que hay pirañas, entonces como iban con las ventanas abiertas se los tragaron a todos y me quedé sin familia”, contó la señora originaria de Mexicali.

Al igual que María, en el Centro hay muchas personas en situación de calle y que padecen alguna enfermedad mental, y a pesar de su situación vulnerable, no reciben asistencia por parte de las autoridades.