En Guadalajara se tienen noticias del flamenco desde la segunda mitad del siglo pasado. Sus inicios se pueden rastrear en varias academias conformadas por entusiastas de esta expresión artística que fusiona el arte de la danza y el acompañamiento musical.

Chiquina Palafox y María del Refugio García Brambila, mejor conocida como “miss Cuca”, llegaron a implementar algunos pasos y corrientes del flamenco, nacidas en Andalucía en el siglo 18, que ya se conocían para entonces en varias partes del País.

Aunque Pilar Villasante, bailaora desde hace 50 años, explica este amor de Guadalajara, y de México, por el flamenco con la historia de su propia sangre.

“Somos una mezcla de muchas culturas pero una muy predominante es la española. Tenemos mucha influencia”, abunda.

“A mí la danza española me atrapó desde niña porque tiene muchas formas, la danza estilizada, el folclórico español, la escuela bolera y el flamenco. La música me atrapó, el ritmo, había algo allí que me llamaba”.

Su escuela es una de las más reconocidas en la Ciudad, se encuentra en la Colonia Providencia: ha enseñado durante 35 años y  ha pisado escenarios que van desde el Teatro Degollado hasta el Teatro de Málaga, en España.

Su motor para seguir, dice, es lo que provoca el flamenco en los chicos y las chicas cuando están en la duela.

“Yo he visto esa transformación, la veo en cada uno de mis alumnos, algunos se dedican a esto con empeño, otros no, pero a todos les ha cambiado la vida. Cambia el estado de ánimo desde que entran al salón, hay ahí una enorme energía”, señala.

Perder el miedo y tener las ganas de hacerlo son los únicos requisitos para aprender, advierte.

Lo cierto es que muchos tapatíos, sobre todo niñas y adolescentes, están aprendiendo a hacerlo. Sólo en una búsqueda rápida se pueden encontrar más de 20 academias donde es posible practicarlo.

PRIMEROS PASOS

El auge del baile flamenco en Guadalajara se debe en gran parte al nacimiento de Las Cabales.

La academia y compañía de flamenco tiene una trayectoria formal de más de 60 años. Fue fundada en 1959 por Lila Barzee y comenzó a adoptar un método de enseñanza integral para que las alumnas aprendieran no sólo el baile sino toda la cultura española que rodea el arte jondo.

Su sobrina y sucesora al mando de la escuela, Hilda Prats, fue una figura crucial en la historia de la danza en Jalisco. Su mano firme y amor por la disciplina y el respeto a la cultura flamenca se quedaron marcadas en las paredes de la compañía desde 1987.

Hoy Triana Maciel Prats, su hija de 28 años y bailarina desde que tiene memoria, dirige Las Cabales. Hilda Prats falleció en 2019.

“Lo más bonito que me enseñó mi mamá fue el amor y el respeto por el flamenco, es lo principal que tienes que tener para dedicarte a esto, porque es un arte tan extenso, tan antiguo y tan vivo, porque está evolucionando día tras día, es eso.

“Mi mamá siempre me hizo tener los pies en la tierra y me enseñó un respeto al arte que siento que muchas veces las nuevas generaciones no entienden: este arte es mucho más grande que todos nosotros y tenemos que honrarlo, amarlo y respetarlo, porque no es solo un baile”, explica.

Su misión en la Compañía Nacional de Danza Las Cabales, con la invitación de bailaores españoles, no sólo es enseñar una técnica dancística, sino introducir a las estudiantes a la historia de esta cultura y sus raíces.

“Es llevar tu personalidad, cada uno intenta expresar su personalidad. Es quizá la diferencia de un ballet que es ensayado y de perfección, en el flamenco puedes expresar con tu arte y tu baile quién eres tú, siempre respetando una raíz”, dice Triana.

Ella entiende esta afición por la danza española a un interés que siempre ha tenido Guadalajara y ve con claroscuros que hoy haya tantas escuelas, aunque le preocupa la distancia que hay entre las bailarinas y la profundidad de esta cultura.

El Flamenco está inscrito desde 2010 en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, lo que se conmemora cada 16 de noviembre desde entonces. 

Bailado con motivo de la celebración de festividades religiosas, rituales, ceremonias sacramentales y fiestas privadas y es un signo de identidad de numerosos grupos y comunidades, sobre todo de la comunidad gitana. 

Apareció por primera vez como una danza estructurada en el siglo 18, en Andalucía y en algunas áreas de la región de Murcia, Castilla la Mancha y Extremadura.

Entre 1920 y 1955 los espectáculos flamencos se extendieron por toda España y por las principales ciudades del mundo. Su popularidad en latinoamérica fue tal que en Argentina, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Guatemala, Panamá, Puerto Rico y Venezuela, han surgido diversas agrupaciones y academias. México no es la excepción.

En las mediatecas del INAH se puede reconocer a bailarinas y cantaores en plazas de toros de Ciudad de México desde principios del siglo 20. 

A lo largo de la década de los cuarenta, con el exilio de intelectuales españoles por la Guerra Civil y la Guerra Mundial, se comenzó a implantar en la Ciudad de México una serie de centros nocturnos y espacios donde se daban las mismas manifestaciones artísticas que ocurrían en España, haciendo que la afición creciera.

UNA MEXICANA EN SEVILLA

Renata Ruiz es una bailarina tapatía que, después de decidir que el flamenco era su vida y su futuro, se mudó a España a perseguir su sueño.

Ahora, después de haber estudiado en academias profesionales en ciudades como Jerez y Granada becada, baila de manera profesional en escenarios y tablaos de Sevilla, viajando por el mundo como una bailaora orgullosamente mexicana.

“Comencé primero con ballet y allí donde tomaba mis clases como desde los cuatro años en la academia de Pilar Villasante siempre pasaba por la clase de flamenco y me atraía. Cuando comencé a hacerlo me enamoré”, recuerda.

Hoy, a los 26 años, sigue impresionando a sus profesores porque, aunque no es común que una mexicana se especialice en flamenco, siempre la han recibido con los brazos abiertos.

Ahora ella misma da clases y sigue nutriéndose de todo lo que significa esta expresión inscrita desde 2010 en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, lo que se conmemora cada 16 de noviembre desde entonces.

“El flamenco en realidad se trata de mostrar tu verdad, lo que eres tú realmente en ese momento, en ese instante, con todo lo que sientes y piensas a flor de piel”, afirma.

Aunque existen muchas academias para quienes aman esta forma de danza, para Renata siguen haciendo falta oportunidades para las personas dedicadas a la danza y escenarios profesionales para el flamenco.

“No puede ser que las profesionales, las bailaoras puedan bailar solo en restaurantes o en eventos específicos, hacen falta espacios y escenarios para ejercer esta arte”, lamenta.

BAILE ES PARA TODOS

Durante mucho tiempo desde sus inicios el flamenco estuvo relacionado con una clase social alta.

Sin embargo, hay historias de bailaoras que prueban que el flamenco es para todos y para todas.

Así nació Cibbar Flamenco, una academia dirigida por la bailaora de Sonora, residente en Guadalajara, Beatriz Ramos Alatriste. Le gusta que le digan Betty Flamenca.

Betty siempre estuvo enamorada del flamenco mucho antes de saber cómo se llamaba, lo veía en la televisión, recuerda, en películas antiguas donde las bailaoras salían con esos hermosos y elegantes vestuarios de volantes.

Sin embargo, en Sonora no había escuelas que enseñaran flamenco. Poco a poco Betty comenzó a instruirse en otros tipos de danzas, llegó a la escuela de artes plásticas de la Universidad de Guadalajara, donde aprendió folclórico, ballet y otras artes escénicas.

Eventualmente, ya en la vida adulta y con una hija pequeña, se encontró con Las Cabales.

“Era la voz que necesitaba para mí. Fue muy fácil para mí entenderlo y adaptarme. Fue el veneno que sigue envenenando mis días, un reto cotidiano en mi vida ordinaria.

“Ahí después de insistir un poco abrimos un grupo de mamás que aprendíamos mientras nuestras hijas tomaban clases, me quedé ahí en la escuela y a los dos años comencé a ayudar a las maestras y me quedé ahí siendo maestra 10 años hasta que decidí abrir mi estudio”, explica Betty.

Para ella el flamenco es una forma de vida y una actitud frente a los días, una forma de vivir la alegría y la tristeza.

Por eso bautizó así a su compañía que abrió en 2015: Cibbar, que significa encanto.

Allí pueden entrar quienes deseen aprender. No importa su condición

APRENDE FLAMENCO

Estudio de Danza Pilar Villasante

Guayaquil 2395, Col. Providencia / 33-3817-4187

Las Cabales

Piscis 238, Col. Juan Manuel Vallarta / 33-3647-8741

Cibbar Flamenco

José Guadalupe Montenegro 1729, Col. Americana / 33-1204-7009

Información: Alejandra Carrillo Fotos: Especial.