Su vida se transformó tras el último golpe militar, en 1977, cuando las fuerzas armadas secuestraron a su hijo mayor Jorge, de 26 años, docente, y militante del Partido Comunista Marxista Leninista. Entonces comenzó una búsqueda incansable por hospitales, comisarías e iglesias, donde encontró a más madres como ella que pronto se organizaron para unir su reclamo: que les entregaran a sus hijos.