'NUNCA ESTAMOS PREPARADOS'

Entre los 92 firmantes de la carta pidiendo cautela a los activistas medioambientales se encuentran Evelio Acevedo y Guillermo Solana, Director Gerente y Director Artístico, respectivamente, del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid.

Famoso por su colección de pinturas de maestros antiguos y modernos, este recinto tuvo, hasta el pasado 4 de diciembre, una pequeña representación en México a través de la exposición La ruta infinita, una colaboración con el Museo Nacional de Arte (Munal) por el 40 aniversario de este último.

Durante los meses que duró la muestra, sin embargo, la presencia de ocho cuadros del Thyssen en el Munal evidenció la disparidad de medidas de seguridad que existen entre los museos del mundo.

Mientras que los cuadros de Goya y El Greco prestados por la institución española se mostraron al público rigurosamente protegidos por cristales de seguridad, sus contrapartes mexicanas, exhibidas lado a lado, no ofrecían barrera alguna ante el espectador.

Un recorrido por las exposiciones permanentes del Munal muestra que esto es, de hecho, lo habitual en el recinto, como ocurre con sus joyas más preciadas, como su acervo de óleos, acuarelas y dibujos de José María Velasco, que pueden apreciarse sin protección de por medio.

Visitas recientes al Museo de Arte Moderno y al Museo Tamayo de Arte Contemporáneo confirman que la práctica de exhibir pinturas detrás de vidrio protector no es habitual en los museos capitalinos, e incluso podría considerarse minoritaria.

Para los profesionales de museos, no obstante, incluso amurallar las piezas sería insuficiente ante la constante amenaza del vandalismo.

“Los museos en México han avanzado mucho en medidas de conservación y en medidas de contención y en ámbitos de seguridad, pero siempre todo es perfectible, siempre saldrán mejores mecanismos para poder proteger los espacios y las obras”, pondera en entrevista Gabriela Gil, presidenta del Comité Mexicano del Consejo Internacional de Museos (ICOM México).

“A nivel internacional se ha mejorado mucho con el ámbito de protección de obras de arte, sin embargo, yo creo que frente a un ataque de vandalismo, nunca estamos preparados, creo que ese tipo de acciones desata violencia incontrolada, y frente a la violencia incontrolada no podemos; quedamos indefensos”, lamenta.

Desde que los ataques a las obras comenzaron a acaparar los titulares alrededor del mundo, los profesionales de museos, activistas, críticos de arte, e historiadores en la materia han iniciado un debate sobre cómo denominar estos actos.

Gabriela Gil, a título personal, no duda en llamarlos actos vandálicos.

“Para mí, independientemente de las causas, que pueden ser, obviamente, muy pertinentes de los grupos de protesta y de los colectivos, que no se niega la importancia, creo que el vandalismo nunca es justificable”, comenta.

“Si vamos a la definición básica de vandalismo, esto quiere decir ‘El espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana’ (según la RAE); ésa es la definición de vandalismo en su mínima acepción, entonces el vandalismo no es justificable bajo ninguna perspectiva”, abunda.

Gil, quien fue directora del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) del INBA, cuestiona también las reiteradas afrirmaciones de los activistas de que su forma de protesta, que denominan controlada, no daña las obras de arte.

“Sí son susceptibles de daños. Aunque hemos avanzado mucho en la conservación, las obras, muchas de ellas que tienen varios siglos de haberlas realizado, sí sufren”, revira.

“Si sufren, imagínate, con el tiempo, con la inclemencia, con los cambios de humedades, con la humedad relativa no controlada, es decir, con ámbitos de conservación que a veces no podemos controlar en los espacios, imagínate con una intervención directa; por supuesto que sufren”, concluye.

Además, expone, los actos de protesta, como se ha visto en cada caso, donde la confusión impera, generan siempre situaciones inesperadas que ponen en riesgo constante las obras.

“No creo que pueda ser controlada. Los actos vandálicos generan violencia y la violencia, en muchos casos, no se puede controlar, entonces, las obras de arte, o los monumentos, o los objetos que son susceptibles a este tipo de manifestaciones, siempre van a sufrir de alguna manera un daño”, lamenta.

Hasta el momento, aunque la mayoría de los museos ha salido pronto a declarar que ninguna de las obras ha sido dañada de gravedad, queda siempre el riesgo inherente de tener que intervenir o restaurar una obra maestra luego de un ataque, por menores que estas acciones sean.

Si vamos a la definición básica de vandalismo, esto quiere decir 'El espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana' (según la RAE); ésa es la definición de vandalismo en su mínima acepción, entonces el vandalismo no es justificable bajo ninguna perspectiva".