'Negro de mierda'

Eran alrededor de las 4:44 de la mañana del 18 de enero de 2020 cuando ocho rugbistas asesinaron a patadas y puñetazos a Fernando Báez Sosa al grito de “negro de mierda” afuera del boliche (bar) Le Brique en Villa Gesell, en el extremo este de la provincia de Buenos Aires.
Los ocho implicados en el asesinato conformaban un grupo de amigos que jugaban al rugby en la ciudad de Zárate, al norte de Buenos Aires, y, al igual que su víctima, se encontraban de vacaciones en Villa Gesell.
El enfrentamiento de ocho contra uno ocurrió tras un altercado previo al interior del recinto, el cual estaba abarrotado de gente por un show de un cantante de trap. Entre el tumulto, hubo empujones y ahí comenzó una discusión entre los amigos de Fernando y los rugbistas, de acuerdo con declaraciones de testigos a la prensa. Fernando intentó separarlos y luego todos fueron sacados del lugar por el personal de seguridad.
Mientras Báez Sosa y su grupo esperaban afuera a otros dos amigos, llegaron los rugbistas y comenzaron a golpear a Fernando hasta dejarlo inconscierte. También atacaron fuertemente a sus amigos, e impidieron que lo ayudaran o que recibiera ayuda.

Aunque una turista intentó reanimar a la víctima con RCP, el cuerpo desfigurado ya no respiraba. Fernando Báez Sosa murió casi al instante por un paro cardíaco producido por “shock neurogénico debido a un traumatismo grave de cráneo”.
'Caducó'... luego al McDonald's

Tras dejar inconsciente a Báez Sosa, los rugbistas volvieron a la cabaña que estaban rentando a pocas cuadras del bar, prometieron no contarle a nadie lo que había pasado y luego se cambiaron de ropa.
Unos 10 minutos después del asesinato, Lucas Pertossi, quien grabó todo el ataque e incitó a Máximo Thomsen a propinarle a Fernando la última patada en el suelo, volvió al lugar de los hechos y les escribió a sus compañeros: “Caducó”, en un mensaje de WhatsApp, confirmando que Báez Sosa había muerto.

Otros 10 minutos más tarde, los rugbistas se tomaron una selfie en la cabaña, y al poco tiempo Máximo y Lucas salieron a comer a un McDonald’s como si nada hubiera pasado.
Los hechos, sin embargo, quedaron registrados por cámaras de seguridad y de celulares de testigos, por lo que los sospechosos pudieron ser idenficados y horas más tarde detenidos en la cabaña que rentaban.
Además de Máximo Thomsen (de 22 años) y de Lucas Pertossi (22), también fueron detenidos Ciro Pertossi (21), Luciano Pertossi (20), Enzo Comelli (21), Matías Benicelli (22), Blas Cinalli (20) y Ayrton Viollaz (22).
Otras pruebas contra los sospechosos son los chats y los videos y fotos hallados en sus celulares, así como prendas ensangrentadas halladas en la cabaña y los testimonios de testigos.
Exigen justicia

Los ocho rugbistas acusados afrontan cargos por “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas”, delito que prevé la prisión perpetua.
De acuerdo con la Fiscal de Villa Gesell, Verónica Zamboni, los ocho tenían un plan y “acordaron darle muerte” al joven, pues, previamente, tras el primer altercado al interior del boliche, “distribuyeron funcionalmente sus roles”.

De los ocho, cinco personas (Máximo, Ciro, Enzo, Matías y Blas) fueron las que golpearon a Fernando, según la investigación. Los otros tres (Lucas, Luciano y Ayrton) agredieron a quienes intentaron defender a Báez Sosa, por lo que se prevé que su defensa alegue que estos últimos tres en realidad son autores de lesiones, y, por tanto, no merecedores de cadena perpetua.
Además, está por verse el destino de otros dos jóvenes, Juan Pedro Guarino (19) y Alejo Milanesi (19), que incialmente fueron detenidos por aparecer en las grabaciones pero que quedaron en libertad provisional debido a que la Fiscal no ha podido confirmar su implicación en el asesinato.
Otro sospechoso, el llamado sospechoso número 11, tampoco ha podido ser detenido, pero la defensa de la familia Báez Sosa también lo señala como responsable, pues aparece en varias de las grabaciones y en la selfie que los rugbistas se tomaron tras el asesinato.
Destrozados por la muerte de su único hijo, los padres de Fernando, Silvino Báez y Graciela Sosa, ambos paraguayos, claman por justicia.
