AUTOCONOCIMIENTO

Algunos de los límites más conocidos están relacionados al contacto físico y la sexualidad, por ejemplo, qué es apropiado y qué no en diversos entornos y tipos de relaciones, como abrazos, apretones de manos o besos. 

También los hay sobre qué tanto tiempo una persona decide pasar con alguien, haciendo algo o cuánto dedica al estudio o al trabajo. 

Los límites son tan variados y pueden ser diferentes para cada quien, dependiendo diversos factores. 

“Por ejemplo”, dice la psicóloga Contreras, “para alguien puede ser muy importante la puntualidad y para otra persona puede no ser tan importante, pero para la otra persona es muy importante la limpieza y para mí no”. 

Como los límites pueden ser diferentes en cada quien, la única forma de poder establecerlos en una relación es primero conociéndose a uno mismo: esto es lo que va a permitir saber qué es lo que a cada quién le gusta y qué está dispuesto a tolerar. 

Todos deben poner un límite ante las agresiones, destacan las especialistas, pero hay otras cosas que dependerán de los gustos de cada persona. 

“Hay ciertos límites que no se pueden perder, como que el amor no sea recíproco, que tu dignidad sea pisoteada”, apunta la psicóloga María de los Ángeles Heftye, directora del Clúster de Humanidades de la Universidad Regiomontana.

“A veces es muy obvio, es a través del golpe físico, pero hay golpes psicológicos que son muy sutiles, pero tienen el mismo resultado”. 

Otros ejemplos puede ser un maestro que marca un límite al elegir mantener su vida personal separada y no contar al respecto a sus estudiantes; una pareja que acuerda tener una noche libre a la semana o una madre que pide a la pareja más responsabilidad con su bebé para tener más tiempo para ella.

SIN MIEDO AL RECHAZO

Si los límites son tan necesarios, ¿por qué a veces cuesta tanto decir “no”?

Una de las principales razones es que existe temor de que la otra persona reaccione de mala manera. 

“Hay una cosa que se hace mucho en nuestra cultura: ‘si tú haces una cosa, yo me voy a poner triste’”, dice la psicoterapeuta Zavala. 

Esto tiene mucho que ver con miedo al rechazo o a perder el amor. 

“Muchas veces no queremos poner esos límites porque tenemos ese miedo al rechazo, nos da pena o temor a ser juzgados, no sentimos que somos dignos de poner ese límite o ponemos a los demás por encima de nosotros”, dice Contreras.

“Entonces dejamos que crucen esas líneas o nos hacemos responsables de tareas que no son nuestra responsabilidad, por eso cuando alguien nos pide algo no podemos decir que ‘no’”. 

Por ello, apuntan las psicólogas, los padres deben establecer límites desde la crianza. 

Es la manera en que los niños van aprendiendo qué está bien y qué no, que pueden expresar lo que quieren y que los otros deben respetarlo de la misma manera que ellos deben respetar los límites de los demás. 

“Los papás lo hacen, cuando menos desde el cuerpo”, explica Zavala. 

“Le dicen: ‘No permitas que nadie toque tu cuerpo’. Ahí están transmitiendo que hay un límite”. 

Otro ejemplo de límite en la infancia es cuando los padres le dicen a los niños que no pueden entrar a la habitación sin tocar primero para mantener privacidad. 

El tema puede ser confuso, coinciden las especialistas, sobre todo cuando se reflexiona en ello por primera vez. 

Una recomendación de la psicóloga Heftye para comenzar a establecer límites es pensar en el bienestar propio: “Los límites te los tiene que poner tu integridad, tu dignidad y tu felicidad”. 

PARA TOMAR EN CUENTA

Señales de que quizá tengas un problema estableciendo límites:

  • Te sientes muy mal cuando no puedes ayudar a otros. 
  • Sientes que el estado de ánimo de los demás depende de ti. 
  • Te sientes cansado todo el tiempo sin saber por qué. 
  • Es fácil que los demás se aprovechen de ti. 
  • Te sientes molesto todo el tiempo. 
  • En tu interior sientes que nadie te respeta. 
  • Te cuesta tomar decisiones a partir de lo que tú quieres.
 
Fuente: psychologytoday.com