Las hermanas Rolo González salieron del principal aeropuerto de Nicaragua y vieron un montón de jóvenes.

Los “coyotes” centroamericanos voltearon disimuladamente para encontrar a quienes pasarían de contrabando a Estados Unidos. Estos fueron los primeros pasos que dieron Merlyn, de 19 años, y Melanie, de 24, fuera de Cuba. Con dos mochilas pequeñas y la hija de un año de Melanie.

Su odisea de 6 mil kilómetros llevaría a las estudiantes de medicina a cuestionar sus vidas pasadas, correr sin saberlo contra un reloj legal y dejarlas al borde de la muerte mientras caían por un acantilado.

Melanie Rolo González, (der.), y su hermana Merlyn posan para una foto con sus uniformes de estudiante de medicina mientras empacan para su viaje a EU, en su casa en La Habana, Cuba, el sábado 10 de diciembre de 2022.

El viaje de las hermanas es el que han realizado cientos de miles de cubanos en los últimos dos años en una ola récord de migración, alimentada por una crisis en la golpeada economía de la isla, en gran parte por el Covid-19 y una de las más altas tasas de inflación del mundo.

El éxodo provocó la implementación de una medida del Gobierno de Joe Biden en enero para reducir el número de indocumentados cubanos, a quienes históricamente Estados Unidos había dado la bienvenida incluso cuando rechazaba a haitianos, venezolanos, mexicanos y personas de otras naciones latinoamericanas y caribeñas.

Las hermanas Rolo González, como otros migrantes cubanos, perdieron la esperanza en el futuro de su país. Su optimismo se basaba en la perspectiva nebulosa de la vida en Estados Unidos y un futuro más brillante para la niña que no tendría recuerdos de la isla.

"Todo lo que sabes es que te vas a un país extranjero donde nunca has estado, para poner tu vida en manos de personas que nunca has conocido, a otro lugar que no conoces. Tienes tu destino, pero no sabes lo que te espera en tu viaje".

Las hermanas empacaron ropa, medicinas, fórmula para bebés, entre otras cosas.

Mientras se formaban como médicas, las hermanas Rolo González pasaban su tiempo libre en las afueras de La Habana reuniendo lo suficiente para comprar productos básicos como fórmula infantil para la hija de Melanie.

Las mujeres alguna vez soñaron con viajar como doctoras, pero rápidamente se desilusionaron de la vida en Cuba debido a los frecuentes apagones, la escasez de suministros y otras restricciones.

Cuando nació la hija de Melanie, Madisson, ella y su esposo economista comenzaron a hablar sobre la migración de su familia a Estados Unidos. Él iría primero, decidieron, y luego buscarían migrar a través de rutas legales y menos peligrosas.

Melanie Rolo González sostiene a su hija Madisson en el jardín de su casa, en La Habana, Cuba, el martes 6 de diciembre de 2022.

En mayo de 2022, él voló a Nicaragua. Poco después, contó Melanie, la dejó por otra mujer.

Sin embargo, ella todavía planeaba emigrar, ahora con su hermana pequeña.

La gran mayoría de los migrantes cubanos en el último año han volado a Nicaragua, donde los cubanos no necesitan visa, y se dirigen por tierra a México.

Un número creciente también toma una ruta peligrosa por mar, viajando en botes llenos y precariamente construidos casi 161 kilómetros hasta Florida.

Las hermanas vendieron una casa que les dejó su padre, junto con el refrigerador, la televisión y cualquier otra cosa de valor a cambio de dólares. Con dinero de amigos y familiares en Florida, se hicieron con 20 mil dólares.

La madre de las hermanas cubanas las fue a dejar al aeropuerto de La Habana.

El dinero compró a las hermanas Rolo González vuelos a Nicaragua y paso terrestre a la frontera de Estados Unidos con una de las redes de contrabando.

Se despidieron de la escuela de medicina y sólo le dijeron a cinco amigos cercanos y familiares sobre su viaje.

Días antes de su vuelo, las dos clasificaron meticulosamente montones de medicamentos, ropa de invierno y leche en polvo para bebés. Justo después de la medianoche del 13 de diciembre, las hermanas Rolo González pasaron por un pasillo con fotos familiares y salieron de su casa potencialmente para siempre.

Lo último que le dijeron a su madre antes de dejarla sola en el aeropuerto de La Habana fue “te amo”.

“Hasta entonces, me parecía irreal”, apuntó la hermana menor.

"Cuando me vi sentada ahí en el avión, lo único que pensé fue en lo que habíamos logrado. Cuando el avión despegó, nos miramos y dijimos 'somos libres'".

Melanie Rolo González se toma una selfie con su hermana, Merlyn, en el fondo cargando a su hija, Madisson, en Nicaragua.

Salieron del aeropuerto de Nicaragua con un contrabandista que tenía una foto de ellas en su teléfono. Era hora de hacer el primer pago: 3 mil 600 dólares en efectivo.

Una vez que pagaron, comenzaron un viaje de 12 horas con el “coyote”. Primero llegaron a una casa vieja a la medianoche y luego, antes del amanecer, con el aire frío cortando sus pulmones, Melanie y Merlyn empezaron a caminar a través de una montaña escarpada salpicada de fincas de maíz y café: la frontera entre Nicaragua y Honduras.

Las hermanas continuaron así durante días, recorriendo Honduras y Guatemala en autobús, automóvil y a pie a lo largo de los paisajes llenos de volcanes de América Central.

“Todo era nuevo”, mencionó Merlyn. “Se sentía como: ‘Nos hemos ido de Cuba‘”.

Marialys González López y su padre, Alejandro González López, realizan una videollamada con sus hijas Merlyn y Melanie, desde La Habana.

En Cuba, su madre se aferraba a los mensajes de texto y las fotos como señales de que estaban bien.

Un día, las hermanas Rolo González se quedaron dormidas y viajaron junto a otros 18 migrantes a las 3:00 horas mientras la vieja camioneta azul en la que iban zumbaba a través de densos bosques de pinos en Chiapas, México, en una fila de cinco autos que transportaba en su mayoría cubanos. Estaban atravesando un pasaje informal hecho por contrabandistas.

Merlyn estaba acunando a su sobrina cuando el vehículo resbaló y giró, dando vueltas 10 veces mientras caía. La sacudida arrojó a Merlyn y al bebé por el parabrisas junto al conductor. La joven cubana envolvió a su sobrina con su cuerpo. Un trozo de vidrio abrió un corte profundo en la parte posterior de la cabeza de la mujer.

Melanie corrió, revisó los signos vitales de su familia con la luz de un teléfono y vendó la cabeza ensangrentada de su hermana como había aprendido en la escuela de medicina en Cuba.

En la víspera de Año Nuevo, las hermanas Rolo González vadearon el Río Bravo desde Juárez hasta El Paso temprano en la mañana. Inmediatamente fueron recibidas por agentes de la Patrulla Fronteriza, detenidas en Texas y liberadas rápidamente con 60 días de libertad condicional.

Días después, se anunció la nueva restricción de Biden que limita el acceso al asilo para más migrantes y crea simultáneamente 30 mil espacios por mes para un programa de permiso humanitario basado en patrocinadores para indocumentados de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela. Las hermanas llegaron a Estados Unidos justo a tiempo.

 

Melanie Rolo González se para en el dormitorio que compartirá con su hija de 1 año, Madisson, y su hermana Merlyn en la casa de un amigo de la familia en Daytona, Florida.
Walfrido Fuentes sostiene a Madisson junto a la madre de la niña, Melanie Rolo González, en Daytona, Florida.

En Daytona Beach, Florida, los amigos de la familia las esperaban.

En Cuba, su madre festejó cuando se enteró de que sus hijas habían llegado bien a Estados Unidos, tres semanas después de que las vio por última vez.