En el momento del terremoto, salió corriendo del hospital y se dio cuenta de que su casa se había derrumbado.
Incapaz de ayudar a su propia familia, regresó al trabajo, donde los heridos pero también los cadáveres llegaban en masa, incluidos los del director administrativo del hospital y el del jefe de enfermería.
“El primer día fue muy difícil, muy difícil, fue como si 50 años hubieran pasado en un solo día”, recuerda el enfermero.