Son 23 piezas tejidas en telar de cintura con infinidad de materiales: lana de borrego, cabello humano, madera, fibras naturales, carrizo, hilos de poliéster y algodón, fragmentos de ropa, pox, refresco, velas de parafina, rondelas de cerámica, bocinas, vidrio, cuerdas de ixtle, troncos y plegarias.
Cada material es muy especial para alguna de las 11 tejedoras tzotziles de Chamula, Chiapas, a través de la asociación El Camino de Los Altos, indicó el creador de esta instalación de gran tamaño.
“Hace analogía a la representación que tenemos del cromosoma humano que se transcribió y se tradujo a estos telares que representan los 23 cromosomas.
“Cada una de las tejedoras que participó conmigo en el proyecto aportó algo que le era importante, significativo, haciendo evidente la personalidad y presencia de cada una de ellas”.
Arquitecto y artista, Borja se interesa por el patrimonio inmaterial de los pueblos indígenas.