SANTIAGO BORJA “TALEL” (2022)

Son 23 piezas tejidas en telar de cintura con infinidad de materiales: lana de borrego, cabello humano, madera, fibras naturales, carrizo, hilos de poliéster y algodón, fragmentos de ropa, pox, refresco, velas de parafina, rondelas de cerámica, bocinas, vidrio, cuerdas de ixtle, troncos y plegarias.

Cada material es muy especial para alguna de las 11 tejedoras tzotziles de Chamula, Chiapas, a través de la asociación El Camino de Los Altos, indicó el creador de esta instalación de gran tamaño.

“Hace analogía a la representación que tenemos del cromosoma humano que se transcribió y se tradujo a estos telares que representan los 23 cromosomas.

“Cada una de las tejedoras que participó conmigo en el proyecto aportó algo que le era importante, significativo, haciendo evidente la personalidad y presencia de cada una de ellas”.

Arquitecto y artista, Borja se interesa por el patrimonio inmaterial de los pueblos indígenas.

MARIANA CASTILLO DEBALL “CALENDAR FALL AWAY” (LA CAÍDA DEL CALENDARIO)

La instalación de la artista capitalina consiste en un piso de madera con grabados junto con tres impresiones de las placas de esa técnica.

“Los dibujos vienen de la idea de un calendario que se colapsa, de un calendario que tiene múltiples voces y que ya no puede contener al tiempo”, señala. “Este calendario tiene una serpiente y, de ese espacio, empiezan a caer todos los símbolos y elementos de la época colonial”.

Castillo Deball, de 48 años, trabaja sus obras artísticas inspirada en la historia. A decir de la artista capitalina, quien asistió a la conferencia vía zoom, “Calendar fall away” tiene su origen en el momento violento que representa la Conquista.

FERNANDO PALMA “TETZAHUITL” (2019)

Se trata de una instalación mecatrónica de 43 vestidos y zapatos de niñas pequeñas que se mueven mediante patrones que se inspiran en los chamanes que se convierten en nahual.

Palma se refleja en su obra dos veces: primero, en la ingeniería que usó para la elaboración de “Tetzahuitl”, pues él mismo es ingeniero; luego, incluyó la figura de un coyote homenajeando su origen nahua.

“Tetzahuitl” también es un llamado a la memoria de la tragedia de los 43 jóvenes de Ayotzinapa. Por otra parte, los vestidos simbolizan los feminicidios constantes que hay en el País.

“Que vivan en la memoria, pues de esto estamos hechos, de ese tipo de narrativas, no sólo en el sur de México.

“Respetuosamente también quiero hacer ese acercamiento entre los 43 vestiditos con los feminicidios que ocurren en la República, porque son temas que nos están conformando, que van a formar las siguientes generaciones”, reflexiona.

NAOMI RINCÓN GALLARDO “SONETO DE ALIMAÑAS” (2022)

Es una videoinstalación de 19 minutos que retoma figuras míticas de Mesoamérica relacionadas con la noche, la muerte y el inframundo. Se trata de una pieza que su autora define como “necropolítica”, pues aborda cuestiones violentas de un País que se desangra.

Rincón Gallardo, originaria de Carolina del Norte, pero radicada en la Ciudad de México, inicia el video con un soneto de su autoría, que abre paso a una serie de alimañas que ella define como “criaturas que son indeseables o basureables”.

“Se encuentran estas figuras indeseables para tratar de buscar lazos, complicidades, solidaridades y reclamar cierta pulsión vital: la vitalidad”, dice la artista, quien también es asidua del performance.

Murciélago, alacrán, serpiente, ranas, incluso una brigada de brazos y un bulto mortuorio que está inspirado en un monstruo lagarto que lleva los muertos a la tierra y los devuelve.