UNA TECNOLOGÍA NO TAN NUEVA

La IA no es nueva. El término se acuñó en 1956 como “la ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentes”.

“Es el desarrollo de sistemas computacionales que hagan tareas que típicamente requieren inteligencia humana”, explica Olivia Barrón Cano, experta en inteligencia artificial de la Escuela de Ingeniería de Tecnologías de la UDEM.

“Son ejemplos ver una cosa y reconocerla, el reconocimiento de voz, poder tomar decisiones, procesar el lenguaje natural”.

La IA se vuelve realidad con ingeniería: datos, software y modelos matemáticos diseñados por expertos en el tema, y está presente en el día a día desde hace mucho: Siri, de Apple; Alexa, de Amazon; el Asistente de Voz de Google, Waze y Uber, son inteligencia artificial.

Lo que pasa, coinciden los expertos, es que cuando surge algo nuevo que se acerca a la idea de ciencia ficción que se tiene sobre la IA surgen versiones de que estos sistemas tendrán conciencia propia y dominarán a la especie humana.

“Pasan cosas que parecen milagros y, en realidad, son tecnología, y luego se nos hacen tan comunes que los usamos todos los días”, apunta Enrique Cortés, director del Hub de Inteligencia Artificial del Tec de Monterrey.

Hay diferentes maneras de desarrollar esta tecnología y con diferentes objetivos.

El aprendizaje automático, por ejemplo, es capaz de aprender continuamente para realizar tareas y se usa en el reconocimiento de voz o recomendaciones en línea, y existen sistemas que se enfocan en la interacción entre computadoras y lenguaje humano, como los chatbots y los sistemas de traducción.

APOYO A LA HUMANIDAD

Al igual que cualquier tecnología, dicen los especialistas, la IA es una herramienta que busca ayudar al ser humano, no perjudicarlo.

“Cuando se vino la revolución industrial y se empezaron a hacer las primeras computadoras”, ejemplifica Barrón Cano, “lo que se quería era tener una herramienta que te ayude a hacer cosas de manera más fácil”.

Actualmente, la inteligencia artificial está impactando en diferentes áreas, como la industria.

Para su empresa Color Harmony Experts, la ingeniera Eloísa Ortiz está desarrollando una IA para homologar el color de piezas manufactureras en menor tiempo y costo.

El mayor provecho que se le puede obtener a esta tecnología, considera, es su implementación para realizar labores repetitivas.

“Debemos quitar todo ese tiempo que se invierte en decisiones repetitivas, no tan relevantes o con menos necesidad de conocimiento, y relegarlo a los robots”, opina.

Ya existen vehículos con conducción automática, cuyos sensores detectan un cambio de carril, el agotamiento del conductor e incluso pueden estacionarse solos.

En el área de salud se usa para apoyar en decisiones sobre tratamientos y para analizar imágenes en busca de hallazgos que un ser humano podría pasar por alto.

Los bancos, por su parte, utilizan la IA para el reconocimiento facial, lo mismo que los mercados para atención a clientes y prevención de fraude.

UN ROBOT EN LA ESCUELA

Un debate actual sobre la IA está en la educación.

El ChatGPT se volvió tendencia porque estudiantes de Estados Unidos lo usaban para evitar realizar ellos mismos sus tareas.

Los especialistas consideran que esta tecnología debería usarse para mejorar el proceso de enseñanza aprendizaje.

“Va a ayudar a que el alumno termine por adoptar esa faceta de líder de su propio aprendizaje”, considera Jonathan Portillo, especialista en tecnología en la educación, quien ha estado capacitando a colegios de Monterrey en el tema.

A los profesores, amplía Portillo, les puede ayudar a realizar exámenes, calificar y crear herramientas de apoyo en clase.

Pero para que la IA pueda tener beneficios, se necesita aprender a usarla, tal como ocurrió con la llegada de las calculadoras y el internet.

El tema aún es nuevo en México, pero instituciones como el Tec de Monterrey ya comienzan a dar los primeros pasos.

Hace unas semanas, esta universidad lanzó un comunicado animando a sus estudiantes a usar el ChatGPT con la condición de que primero deben consultarlo con sus profesores, citarlo como fuente de información y tomar en cuenta que no siempre dice la verdad.

“La promesa de la IA es individualizar la educación”, considera por su parte Cortés, director del Hub de Inteligencia Artificial del Tec de Monterrey.

“Así como te podemos recomendar canciones (con IA), te podemos recomendar qué estudiar para que tú seas lo que quieres ser”.

MÁQUINAS SIN CONCIENCIA

Entonces, ¿podría Skynet, de Terminator, volverse real y acabar con la raza humana?

“Todavía estamos muy lejos de que pueda haber una máquina que tenga conciencia propia y quiera acabar con la humanidad”, dice Barrón Cano.

Aunque la IA es capaz de emular inteligencia e incluso sentimientos, no es consciente de lo que dice o hace. De ahí deriva uno de los principales contras que se le encuentran hoy: no tiene sentido común.

Depende por completo del entrenamiento que recibe de sus creadores.

“Me dan más miedo las personas que la inteligencia artificial”, considera Ortiz, consejera para un programa de ética en la IA del Banco Interamericano de Desarrollo.

“Detrás de cualquier cosa de inteligencia artificial que tú veas en tu vida diaria, hay personas o persona que lo hicieron”.

En vez de temerle, los expertos coinciden en que falta informarse y enseñar a utilizarlo, sobre todo a los jóvenes, pues no hay forma de detener los avances tecnológicos.

Y sobre todo, mantener la calma: la inteligencia humana no ha sabido cómo crear un robot capaz de pensar por sí mismo.
No todavía.

“Hoy no sabemos”, enfatiza Cortés. “No sé si vamos a saberlo en el futuro”.