La educación es uno de los principales puntos de discordia con la comunidad internacional, que en numerosas ocasiones ha condenado a las autoridades del país por las restricciones a las libertades de las niñas y las mujeres.
Hosna, una antigua estudiante de medicina, imparte ahora clase en una madrasa de la provincia de Kandahar. Allí le lee versículos del Corán a una clase de más de 30 niñas, que repiten las palabras después de ella.
“Estudiar en la universidad permite construirse un futuro, tomar conciencia de sus derechos”, comenta. Sin embargo, “en las madrasas no hay futuro. Estudian aquí porque están desamparadas”.
Las salas de clase de las madrasa, en un viejo edificio, carecen de electricidad. Pese a las dificultades financieras que afronta la dirección del centro, decenas de alumnas reciben las clases gratuitamente.