El sistema carcelario novohispano: La  cárcel de Guadalajara

Los abusos en las cárceles y los larguísimos procesos penales no son nuevos en el Estado. Durante el periodo de la Intendencia de Guadalajara, como se le llamaba a una de las subdivisiones del virreinato de Nueva España, existían problemas similares.

En aquella época, Guadalajara contaba con una cárcel en las inmediaciones de lo que hoy es la esquina de Ocampo y Morelos, en algún momento ocupó parte de lo que fue el convento de Santa Teresa.

En el documento “Las cárceles de la Intendencia de Guadalajara: recintos de depósito, desorden y crimen en el ocaso del periodo virreinal (1780-1820)”, la historiadora Betania Rodríguez documentó parte de los problemas que tenía.

“En general las cárceles del virreinato distaban mucho de tener las dimensiones suficientes para disponer de todos esos servicios. Primeramente, según los expedientes consultados, se sabe que en la cárcel de Guadalajara había robos, se vendían bebidas embriagantes, había armas y se cometían homicidios. 

“En 1783, el alcaide Teodoro Lizárraraz decía que constaba únicamente de dos piezas; en una de ellas se llevaban a cabo los interrogatorios y la otra era utilizada como habitación del funcionario”.

Con la modernidad insipiente, la cárcel de Guadalajara desapareció después de la fundación en 1823 de Jalisco.

“La Independencia de la Nueva España, las emergentes clases hegemónicas… en su mayoría extranjeras, redefinirían el espacio urbano y arquitectónico de acuerdo a la importación de diferentes formas de pensamiento basadas en la Ilustración“.- Revista de Historia de las Prisiones. 

La penitenciaría de Escobedo 

La Penitenciaría de Escobedo fue la primera de su tipo en México y tuvo su origen en el ideario de ilustrados y liberales mexicanos que conocían los problemas que acarreaban las antiguas prisiones, de acuerdo con el museo virtual Claudio Jiménez Vizcarra.

“Con el impulso de Antonio Escobedo, Gobernador de Jalisco, este establecimiento inició su construcción en 1844 en terrenos de un antiguo convento”. 

Otros autores, sin embargo, afirman que la primera piedra fue puesta el 24 de mayo de 1845. 

“Contiene actualmente mil 500 presos y está desocupada más de la mitad del edificio. Todo está circundado de unos sólidos y espesos muros y contramuro. Bastan seis u ocho soldados para vigilar tanto preso. En los ambulatorios hay mesas, puestos o vendimias de los mismos presos que dan a este local el aspecto de un mercado”, expresó el general Ignacio Martínez durante su visita a Guadalajara en 1875.

“Es uno de los edificios más notables de la Ciudad y único en su género en la República”. 

La Penitenciaría, también conocida como la Cárcel Correccional, estaba en la huerta del Convento del Carmen, en lo que hoy sería el polígono que va de Federalismo a Enrique Díaz de León y de López Cotilla a Pedro Moreno. 

El inmueble estorbó en los planes de expansión de la Ciudad y fue demolido por completo en 1933 para dar paso a otras edificaciones y el asentamiento del Parque Revolución en su jardín.

La Penitenciaría del Séptimo Cantón de Jalisco

Once años después comenzó a diseñarse la Penitenciaría del Séptimo Cantón de Jalisco, en Tepic, que en aquel entonces formaba parte de uno de los ocho territorios de Jalisco cuando adoptó el sistema federal, como apoyo al crecimiento de los fenómenos delictivos del occidente del país y a la segregación social de las ciudades. 

Tanto la Penitenciaría de Tepic y la Penitenciaría de Escobedo fueron inauguradas a principios del 20 y finales del siglo 19, respectivamente. 

“Las semejanzas entre ambas penitenciarías, como se ha establecido, serían de apariencia, debido a que el régimen penitenciario se conservaría diferente. Guadalajara usó desde su origen el sistema auburniano –trabajo común diurno y aislamiento nocturno– mientras que en Tepic, al principio, se utilizó el sistema filadélfico –reclusión absoluta– hasta que en 1899 se aplicó el sistema croftoniano cuando se incluyeron aulas y talleres.- Revista Historia de las Prisiones.

En 1928, el Gobernador de Nayarit Esteban Baca Calderón reubicó las oficinas del Ejecutivo Estatal, las del Congreso del Estado de Nayarit y las del Supremo Tribunal de Justicia a la Penitenciaría de Tepic.

La Penal de Oblatos

El ocaso de la Penitenciaria de Escobedo trajo consigo la edificación en 1932 de la Penal de Oblatos, enclavada al oriente de Guadalajara. 

Ahí estuvieron integrantes de la guerrilla de Guadalajara, surgida a inicios de los años 70, cuando la mayoría de los presos eran gente de campo. La muerte de varios cabecillas terminó con un motín en 1977, que hizo evidente los problemas de sobrepoblación y propició la construcción del actual complejo penitenciario de Puente Grande.

“Fue un motín provocado por la lucha entre tres grupos de internos que disputaban el poder del penal, eran ‘Los Rancheros’, ‘Los Chacales’ y el grupo de ‘Los Guerrilleros’”, recordó en 1999 Alfredo Romo, un sacerdote que ayudó a evangelizar a los reos en aquel entonces.

“El problema era que el penal estaba diseñado para albergar a 800 internos, pero en aquellos años vivían hacinados más de 3 mil, lo que provocaba muchos problemas”.

La Penal estuvo ubicada en Gómez de Mendiola y Sebastián Allende, donde hoy está una unidad deportiva, a unos 3.5 kilómetros del CUCEI.

El complejo de Puente Grande

El complejo penitenciario de Puente Grande, situado en el poblado del mismo nombre, se construyó a finales de los 70 al sureste de TonaláCon él se esperaba solucionar, de una vez y para siempre, los problemas inherentes a cualquier centro privativo de la libertad, pero años después volvieron a presentar problemas de saturación, control institucional y autogobierno que continúan a la fecha, entre otros.

Tampoco son suficientes los recursos ni el personal. 

El complejo alberga cuatro penales: la Comisaría Preventiva, la Comisaría de Sentenciados, la Comisaría Femenil y  el Reclusorio Metropolitano. 

El sistema penitenciario de Jalisco, además, está compuesto por otras ocho prisiones en el interior del Estado y dos centros para menores en la zona metropolitana.

El ex director de Prevención y Readaptación Social Ignacio Salazar ha sostenido que la reforma penitenciaria de los años 70 cumplió con su objetivo de esa época. Hoy, sin embargo, el sistema carcelario jalisciense no sólo no ha contribuido en el mejoramiento de la seguridad pública, sino que permea en la inseguridad de las calles.

Pese a la modernidad y su arquitectura, el complejo no ha estado exento de fugas, como la ocurrida por partida doble en 2008 y otra en 2022; y de riñas, como la registrada en 2020 que terminó con ocho muertos. 

También ha encumbrado personalidades como las de Alejandro Mena Quirarte, Miguel Ángel Auzeta Ontiveros, “El Mike”, José Luis Gutiérrez Valencia, “Don Chelo”, Netzahualcóyotl Ibarra Ramos, “El Neza”, los líderes de los autogobiernos en el Preventivo y el de Sentenciados en los útlimos 20 años.

 

Al sur del mismo complejo, en 1993 se inauguró el Cefereso No. 2 como prisión de máxima seguridad para reos detenidos por delitos federales. Joaquín El Chapo Guzmán, sin embargo, se fugó de ahí en 2001. La cárcel fue cerrada en septiembre de 2020, luego de que el Gobierno Federal decretó la reubicación de los internos.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo después que la prisión se había privatizado.

“Todo era negocio, ayer estuvimos viendo por qué se está cerrando el penal de ‘Puerta Grande’ (sic) porque se contrataron penales privados, se hicieron contratos con empresas que le cobran al Gobierno por el servicio de los penales, o sea, se privatizó”.

Además de El Chapo Guzmán, las celdas del Cefereso 2 tuvieron albergaron a célebres huéspedes de la delincuencia  organizada como Vicente Carrillo Leyva, “El Vicentillo”, y su tío Vicente Carrillo Fuentes, “El Viceroy”; Daniel Arizmendi López, “El Mochaorejas”, Rafael Caro Quintero, Alfredo Beltrán Leyva, “El Mochomo”, y Mario Aburto Martínez, entre otros.