En un campo de entrenamiento cerca de Bakhmut, en el este de Ucrania, en medio de soldados cargados con material y armas pesadas, un hombre cruza el lugar con paso ligero.
Oleksander, con gafas y gorra de camuflaje, sólo lleva una bolsa negra.
“Mi arma es mucho más discreta”, dice sonriendo.
“Aquí dentro están los ojos del ejército”.
El militar treintañero está al mando de una unidad de refuerzo aéreo para la quinta brigada de las fuerzas armadas ucranianas.
Su misión: pilotar drones en la zona de Bakhmut, epicentro de los combates entre las fuerzas ucranianas y las rusas, y donde se está librando la batalla más larga y sangrienta de la guerra.
Cuando no está en misión, Oleksander se entrena o repara aparatos.
“Efectuamos reconocimiento y al mismo tiempo vigilancia, identificamos al enemigo y podemos escoltar a los grupos de asalto”, explica.
Los drones se han convertido en cruciales, hasta el punto de que los días de mala visibilidad, las piezas de artillería no salen para no malgastar municiones.
Regalo ruso
“Antes, para ajustar un disparo de mortero, era necesario un topógrafo en la colina, con un trípode y prismáticos (…) Tenía que dar los ángulos de corrección al artillero. Ahora, con un dron, la persona que dirige el disparo lo ajusta en tiempo real”, detalla el militar.
Estas técnicas también las utilizan en el bando ruso. Así que los especialistas ucranianos en drones también tienen por misión derribar los artefactos rusos.
Para ello Viktor usa una maleta con un interceptor.
Muestra la pantalla y ríe:
“¡Mire, los vemos todos! ¡Los Mavic y los otros! ¡Todos los drones!”.
Su satisfacción es todavía mayor porque el aparato que utiliza es un “regalo de los rusos”.
“¡Es un “botín de guerra”!, exclama.
“En Ucrania no fabricamos máquinas así, se la robamos al enemigo”.
Oleksander explica que en estas unidades con drones se necesita ser muy ingenioso.
“Es un trabajo consecuente, el operador tiene que saberlo todo. Cómo maximizar el alcance de su aparato, cómo crear un punto de despegue en un terreno complicado, excavar su trinchera, esconder su presencia…”, enumera el oficial.
Y se tiene que ser “habilidoso”, añade.
Los drones del ejército ucraniano suelen ser modelos comerciales. Primero se tiene que modificar el programa para hacerlos “invisibles a la radiovigilancia” rusa, relata Oleksander, mientras enseña su aparato de unos 20 centímetros.
Estos artefactos también son modificados para que puedan lanzar granadas u otros explosivos.
La revancha de los 'geeks'
Aunque ahora ya dominan la técnica para conseguirlo, al principio tuvieron que hacer muchas pruebas.
Oleksander recuerda la primera vez que lo logró. Tres meses después de haber utilizado por primera vez el control remoto de un dron, consiguió destruir un cañon antitanques MT-12 Rapira lanzando una granada.
También hay muchas pérdidas. Según el militar, un centenar de drones han desaparecido en el campo de batalla.
En su opinión, el uso de los drones ha contribuido a que Bakhmut siga resistiendo.
“Los ataques del (grupo paramilitar ruso) Wagner contra Bakhmut han sido repelidos sobre todo gracias a los drones que lanzaban granadas”, asegura Oleksander, mirando a la línea del frente, donde las fuerzas ucranianas, inferiores en número, resisten a los ataques rusos.
“Es un poco la revancha de los ‘geeks'”, dice, en alusión a los fanáticos de la tecnología.