Aunque se logró parcialmente, el germen de autonomía creció y se desarrolló en los siguientes años porque al igual que en la Ciudad de México, aquí se fundaron instituciones fundamentales como la Real Audiencia (1546), el Obispado de Compostela, que poco después se movió a Guadalajara (1548), la Real Universidad de Guadalajara (1792), se instituyó la imprenta (1792) y se creó el Real Consulado de Comercio (1795), que en conjunto aseguraban condiciones para que este territorio mantuviera cierta soberanía y rivalidad con las autoridades del centro, describe el historiador de El Colegio de Jalisco, Jaime Olveda.