“¿Por qué no se fue a la primera?”, es un cuestionamiento típico a quienes sufren violencia; aunque para muchas personas podría parecer fácil alejarse de alguien cuando hay golpes, humillaciones u otro tipo de agresiones, la realidad es que no es tan sencillo.

"Hay muchos juicios en torno a las mujeres víctimas de violencia: '¿Por qué aguantaron tantos años?', '¿por qué no lo dejaron?', 'ella está ahí porque quiere', 'ella lo permite'. La violencia tiene afectaciones en ámbitos de nuestra vida que no nos permite hacer cambios y tomar decisiones".

UN CICLO QUE HAY QUE ROMPER

Conocer el ciclo de la violencia abona a entender cómo salir de una relación tóxica y puede ayudar a identificar situaciones de riesgo y a acompañar a quienes lo necesitan.

  • Diseñado por la psicóloga Lenore E. Walke, el ciclo ayuda a ilustrar la complejidad de la coexistencia entre el abuso y las agresiones de los violentadores con comportamientos amorosos, detalla Sofía Lozano, codirectora de Alternativas Pacíficas, asociación que protege a mujeres en situación de violencia.

     

El modelo explica que la violencia no ocurre de forma continua, sino en períodos o lapsos cíclicos, y plantea las fases: Tensión, agresión y calma o “luna de miel”.

TENSIÓN, AGRESIÓN

La primera etapa está caracterizada por una serie de conflictos y expresiones de violencia más sutiles y normalizadas, como insultos, críticas, burlas, humillaciones, celos y prohibiciones, los cuales van formando un escenario de tensión que después puede escalar a algo mayor.

"Después de esta acumulación de tensión viene un hecho violento, que regularmente cuando lo pensamos puede ser la violencia física. A lo mejor una reacción de enojo, de forcejeo, pero también una violencia psicológica, patrimonial o económica".

  • También puede haber pérdida de control, gritos, amenazas, empujones, golpes y hasta uso de armas.

CALMA O 'LUNA DE MIEL'

La persona agresora se muestra como si se arrepintiera del hecho, con promesas comunes como “esto no va a volver a suceder”, ejemplifica la psicóloga y sexóloga Karla Urriola, responsable de la Oficina de Género y Comunidad Segura del Tec de Monterrey

  • Pero en realidad es una aparente calma, pues no hay cambios, sino que el ciclo vuelve a empezar y, si no se rompe, se sigue repitiendo una y otra vez, acortando el tiempo entre actos violentos, que pueden ir incrementando y lo que inició como una bofetada deviene en amenaza de muerte o incluso feminicidio.

LOS OBSTÁCULOS

Una de las razones por las que es tan difícil romper el ciclo de violencia es porque no es tan sencillo identificar cuando se está dentro, apunta Sofía Lozano. La combinación de conductas amorosas con violentas hace complejo detectar que se está en una relación nociva.

  • Otro factor es el aislamiento que viven quienes están dentro de este círculo. Los agresores, apuntan las especialistas, suelen usar el control para limitar el contacto que tienen las mujeres con sus familiares y amistades.

"A veces las mujeres desean proteger a sus familias y, al conocer al agresor, deciden cortar comunicación para no ponerlos en riesgo".

  • El miedo a ser responsabilizadas hace que las víctimas también se aislen, sumado a que la falta de confianza en las autoridades detiene a muchas a pedir ayuda.
  • Además, señala la psicóloga Urriola, vivir violencia genera afectaciones físicas y emocionales que imposibilitan a las mujeres ver una posibilidad de cambio.

"Cuando hay mucha manipulación, chantaje, violencia económica, hacen que finalmente la persona sienta que no hay otra opción, que se tiene que quedar en ese mismo lugar, creyendo que las promesas van a darse".

  • Las afectaciones a quienes sufren violencia no son sólo físicas, aclaran las expertas, sino en todos los ámbitos de la vida.
  • El desconocimiento sobre cómo se dan estas agresiones puede generar incomprensión de familia, amistades e incluso autoridades, que pueden desestimar la violencia o decir estar cansados por no ver los cambios que debieran hacer las víctimas.

“Si no comprendemos que la violencia se manifiesta en ciclos”, advierte Lozano, “se crean estas ideas erróneas y estigma de que ‘las mujeres están ahí porque les gusta'”.

TERMINAR CON EL CICLO

  • Para romper los ciclos de violencia y evitar entrar en uno, hay que dejar de normalizar las violencias y reflexionar cómo es vivir en pareja de manera sana.

"Como no lo nombramos, hace muy difícil el que podamos decir: 'Esta conducta o esto que me está pasando está mal'".

  • Aunque es difícil identificar cuando se está en el ciclo, se sabe que quienes lo sufren pueden presentar manifestaciones emocionales y físicas muy puntuales, describe Urriola.

Síntomas:

  • Hay constantes momentos de mucha tristeza
  • Malestares en garganta y estómago
  • Visitas recurrentes a hospitales

A quienes acompañan a una persona que vive violencia, la recomendación es estar presente sin juzgar, acercarles la información de lugares especializados que las puedan apoyar y hacerles saber que tendrán un espacio seguro sin importar cuántas veces lo necesiten.

"Decir palabras como: 'Lo que te está pasando es violencia, pero aquí voy a estar si en algún momento necesitas estar conmigo, no te voy a juzgar. Que no suene a reclamo. Si yo le digo 'déjalo', no va a ayudar".

RECUERDA

Cualquier cosa que te haga sentir incomodidad, dudas o inseguridad en una relación, apuntan las expertas, es un indicador de que algo no va bien y hay que buscar ayuda.

TOMA NOTA

Organizaciones que brindan atención a mujeres víctimas de violencia:

  •  Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas A.C.
    adivac@adivac.org
    www.adivac.org
    Tels.: 5682 7969, 5547 8639
  • Fundación Diarq
    www.fdiarq.org
    Línea telefónica gratuita: 01800 836 88 80
  • Alternativas Pacíficas
    www.alternativaspacificas.org
    info@alternativaspacificas.org
    Facebook: AlternativasPacificas
    Teléfono: 818-372-9066