El futbol no es impedimento para vivir la maternidad en todo su esplendor, en México varias jugadoras se dividen entre sus hijos y la cancha, sin que esto implique dejar el deporte que tanto les apasiona.
Estos son algunos ejemplos de jugadoras que también son madres y brillan en el terreno de juego.

Mónica Ocampo

Mónica Ocampo, capitana de las Tuzas vive una de sus mejores etapas como madre de dos adolescentes, que la han acompañado en su largo trayecto en el futbol.
Sus hijos tienen 14 y 16 años, les gusta verla realizada como futbolista profesional, acuden a todos los partidos y son los más orgullosos cuando ven a la mediocampista salir con la victoria luego de una brillante actuación.

Renaé Cuéllar

Renaé Cuéllar cuenta con el apoyo de la directiva de Tijuana para vivir plenamente la faceta de jugadora y madre, su hijo Romeo, de 6 años, tiene permiso para acompañarla a los entrenamientos, previo a cada partido está para animarla y tomarla de la mano antes de que entre al campo de juego.
Renaé explicó que sin el apoyo de su madre sería difícil tener este rol y agradece todo respaldo que le brinda en la crianza de su hijo.
Su esposo, el futbolista Carlos Álvarez, desde el momento que supo que estaba embarazada, la animó a combinar el futbol y la maternidad.

Esmeralda Verdugo

En agosto del año pasado, Esmeralda Verdugo, jugadora de Xolas, anunció que estaba embarazada. De inmediato la directiva dio a conocer la feliz noticia y de acuerdo con los protocolos la dieron de baja para esta campaña, aunque anunciaron que seguiría entrenando hasta que el cuerpo médico le ordenara ir a casa.
Este es su segundo hijo y Esmeralda contará con un lugar especial para amamantar a su bebé y seguir su carrera.

Damaris Godínez

El embarazo de Damaris Godínez coincidió con el arranque de la Liga Femenil, la férrea defensa solo pospuso su sueño de integrarse a un equipo profesional por unos meses, pues luego del nacimiento de su hijo, fichó con el León en el 2018.
Jugó para Puebla y dada su calidad, Chivas la contrató en el Apertura 2019.
Para la joven de 23 años no ha sido fácil compaginar el cuidado de su hijo Thiago con sus deberes como futbolista, pero el apoyo de su pareja ha sido básico para que el pequeño pueda entender la ausencias de su madre los fines de semana.

Mirelle Arciniega

A sus 27 años, Mirelle Arciniega, volante del Querétaro, ha tenido que sacar el extra para cumplir al 100 por ciento en entrenamientos y partidos, pero también en casa para criar a Ian, su hijo quien es el motor que la lleva todos los días a ser mejor futbolista.
Mirelle jugó para Puebla y Cruz Azul, y aunque ha tenido momentos complicados, nunca se ha permitido bajar los brazos, para mantenerse como un ejemplo para su pequeño.

Andrea Ortega

Andrea Ortega se convirtió en madre soltera y su perspectiva de vida cambió cuando tuvo a Montserrat en sus brazos. A partir de ese momento la pequeña se volvió su prioridad, y el futbol se convirtió en un sueño a alcanzar porque tenía los méritos para ganar un puesto en cualquier equipo, pero sobre todo porque buscaba generar orgullo a su hija.
Actualmente juega para el Atlético de San Luis, un conjunto que entiende a la perfección ese doble rol.

Bianca Sierra y Stephany Mayor

Bianca y Stephany anunciaron que serán madres de mellizos. Las jugadoras de Tigres se casaron el año pasado, luego de una larga relación, y aunque habían pospuesto la maternidad por su continuos compromisos con la Selección Nacional y el cuadro felino, Bianca aprovechó que fue operada de ligamentos en noviembre del 2022 y se embarazó. Ahora está en la dulce espera de los pequeños, mientras realiza su rehabilitación.
Ya anunciaron el sexo de los bebés, será niño y niña, para llegar a redondear la felicidad que hay en su hogar.

Sumiko Gutiérrez

Sumiko Gutiérrez juega para Juárez, se desempeña como defensa y desde el 2019 apareció en la Liga Femenil. Antes de llegar con las Bravas defendió los colores de Pachuca y aunque por algunos momentos de su vida vio muy lejana la posibilidad de jugar como profesional, finalmente demostró que podía con la responsabilidad de criar a su hijo Iker y también con los compromisos en el futbol.
Su padre se mudó con ella para apoyarla en el cuidado del pequeño de 6 años, pues su familia decidió que alguien tenía que darle una mano con la maternidad, y su progenitor no dudó ni un momento en dejar la casa familiar y a su esposa para darle a Sumiko la posibilidad de crecer en este deporte.