El Museo Regional de Guadalajara, ubicado a espaldas de la Rotonda de los Jaliscienses ilustres, tiene una historia larga.
El edificio en el que está situado fue usado, como muchos otros recintos de la Ciudad, como espacio religioso, prisión y cuartel durante la Guerra de Independencia, y liceo de varones a finales del siglo 19.
En 1918 se inauguró como museo y en 1939 se incorporó al Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Su fachada barroca, patio central y escalera son elementos que ya forman parte de la iconografía de Guadalajara y Jalisco.
Su origen se remonta a la historia religiosa, fue el Seminario Tridentino del Señor San José construído en toda una manzana en 1743, por obra del obispo Juan Gómez de Parada a un costado de la Catedral Metropolitana. Para 1758 ya estaba en funciones.
Es un edificio barroco de planta cuadrangular de dos niveles. En su patio principal se hallan columnas aisladas de orden toscano, la fachada principal tiene un nicho con la escultura de San José flanqueada por pilastras semicirculares.
En la parte superior se encuentra labrada el Águila Nacional, emblema traído de la antigua Universidad de Guadalajara en el año de 1939.
Pero remontémonos al siglo antepasado.
Hacia finales de 1810, con motivo de la ocupación de la plaza de Guadalajara por las tropas insurgentes comandadas por José Antonio “el Amo” Torres, el edificio fue utilizado como cuartel durante la Independencia.
Las clases del seminario se suspendieron del 26 de noviembre de 1810 al 14 de enero de 1811, tiempo que duró la estancia Miguel Hidalgo en Guadalajara. Por esos años el edificio fue utilizado también como prisión de españoles. A la salida de Hidalgo, el edificio se convirtió en almacén y cuartel militar de las tropas realistas.
En 1857, debido a las Leyes de Reforma, fue convertido en biblioteca pública.
En 1859 durante la Guerra de Reforma, hubo una explosión en la parte norte del palacio de Gobierno de Jalisco y los generales conservadores Leonardo Márquez y Miguel Miramón se encontraban adentro pero lograron escapar con vida, por lo que se instaló el despacho del Gobierno del Estado en el antiguo seminario.
En 1869 fue establecido el Liceo de Varones.
Ya tras la Revolución Mexicana, el Gobierno mexicano comenzó a trabajar con su compromiso de buscar un sentimiento nacionalista en la población, por lo que el Congreso del Estado comienza la conformación de museos y bibliotecas en todo el País.
Se nombraron inspectores locales en los estados con la función de visitar con frecuencia los lugares y edificios de interés artístico, impedir su destrucción o modificación así como hacer el índice de los edificios y objetos
En 1916 Juan Farías Álvarez del Castillo fue nombrado Inspector y Conservador Local de Monumentos Artísticos e Históricos.
Juan Farías, quien cambiaría su nombre por el de Ixca Farías, se encargó en Guadalajara de recorrer templos e iglesias para hacer el inventario de los objetos litúrgicos, esculturas de santos y pinturas.
En abril de 1918, el Gobierno de Jalisco informó al Inspector de la donación de varios lotes de pintura de la Dirección General de Bellas Artes a nivel nacional, que no habían sido aprovechados en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Además el 14 mayo del mismo 1918, el Gobierno de la República autorizó al inspector local para recoger de las iglesias clausuradas al culto en Guadalajara las obras de arte que contenían y destinarlas al museo.
Con toda esta obra el Gobierno Estatal impulsó la creación de un museo de artes y antigüedades
Para este efecto Ixca consiguió la Capilla del Hospicio Cabañas y poco después los trasladaría al edificio del ex Seminario de San José para la formación del museo.
El 10 de noviembre de 1918 se inauguró como el Museo de Bellas Artes.
Se exhibieron 131 pinturas representativas de la escuela española del siglo 18, de la escuela moderna y contemporánea y 18 monumentos arqueológicos.
También se obtuvieron donativos de la Universidad Nacional, Dirección del Museo Nacional, la Academia de Bellas Artes, la Dirección de Instrucción Pública, el Gobierno del Estado de Jalisco; de la Sociedad Alzate y de particulares.
En el Museo Regional también se abrió la Escuela de Pintura al Aire Libre en Guadalajara en 1929, las clases se impartían en el patio del museo y se organizaban salidas a los alrededores de la ciudad para observar el paisaje natural.
De allí provienen varias generaciones de pintores como José de Jesús Guerrero Galván, Francisco Sánchez Flores, Raúl Anguiano, Antonio y José Servín Zepeda.
El museo pasó a formar parte del Departamento de Monumentos Artísticos, Arqueológicos e Históricos de la República cuando en abril de 1930, Gerardo Murillo “Dr. Atl”, fue designado jefe de ese Departamento, quien buscó reorganizar y clasificar las piezas del museo así como conformar colecciones más vastas de artes populares. Algunas incluso se exhibieron en el extranjero.
Se adquirieron en los estados de Michoacán, Guanajuato, Puebla, piezas de cerámica, vidrio, textiles y madera. Hacia finales de la década de 1930 se formó la sala de arte popular.
El museo también se convirtió en el lugar de reunión desde la generación del Centro Bohemio con José G. Zuno, Carlos Stahl, Antonio Córdova y Alfredo Romo. Incluso se pintó un mural durante la época.
En la modernidad, el museo se convirtió en el centro neurálgico de los estudios arqueológicos de occidente, que siempre han sido relegados en el estudio de la arqueología que se centran en el centro y el sur de México.
Destacan los fósiles petrificados como el mamut de Catarina, descubierto el 18 de febrero de 1962 en la población de Santa Catarina en el Municipio de Zacoalco de Torres, el tigre colmillos de sable y el rinoceronte.
Por eso hoy algunas de sus salas están dedicadas a los descubrimientos arqueológicos más importantes en Jalisco y a arqueólogos como Otto Schöndube que revolucionó la arqueología de occidente desde el Centro INAH Jalisco, ubicado a espaldas del Museo Regional.
Información: Alejandra Carrilllo.
Fotos: Especial.
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