TITIRIQUIAGA

La historia de Titiriquiaga también inició en la pandemia.

Encerrado en casa, Raúl Mata empezó a buscar nuevas actividades para ocupar su tiempo y encontró los duendes, esas criaturas mitológicas que siempre lo habían cautivado. Comenzó a tomar cursos en línea para aprender a fabricarlos y pronto se dio cuenta de que era algo para lo que tenía habilidad.

Una cosa llevó a la otra y después se apuntó a talleres sobre dramaturgia y creación de títeres, que también le interesaba desde pequeño.

“De chico tenía la atracción por las marionetas y los títeres”, cuenta Raúl, de 45 años y licenciado en Ciencias de la Comunicación.

“Cuando iba a las ferias me compraban un títere y lo manejaba en mi casa”.

Su primer maestro fue el titiritero argentino Pablo Sáez y, después, Esli Cortez, de la compañía “Eslibre”.

Raúl se está abriendo camino en García, municipio donde radica. Allí le han dado la oportunidad de presentar obras con títeres para niños, como la adaptación de la tradicional “Leyenda de la señora pomposa” y otras producciones de su autoría.

“Me gusta usar la imaginación, mostrarla en una realidad, contar historias, acercarle a los niños y las familias las fantasías”, dice Raúl, quien también se ha presentado en festivales de la Catrina de este municipio.

Sabe que su camino va iniciando y le resta mucho por aprender de los demás, pero está convencido de que seguirá en este mundo de los títeres.

LA COLMENA

La compañía “La Colmena” no nació con la idea de hacer teatro de títeres, pero la pandemia del Covid-19 cambió su rumbo.

Con el encierro en casa, su creadora Talina Garler comenzó a explorar el teatro objeto, una línea teatral que utiliza objetos para representar a la figura humana.

A partir de ello decidió enfocar la compañía al público teatral y a trabajar también con títeres.

“Los títeres son tradición, creo que es importante trabajar con ello”, opina Talina, 27 años y egresada de Arte Teatral de la UANL.

“Si continuamos haciendo este tipo de teatro, esto hará que este arte de los títeres continúe”.

Recuerda haber visitado con gusto La Casa de los Títeres cuando era niña: le encantaba ver las obras y fabricar sus propios muñecos.

La primera obra con títeres que escribió para la compañía, en colaboración con “Eslibre”, fue “Antes”. La puesta, que habla sobre la protección del ambiente y la crisis del agua, fue ganadora de la Convocatoria Circuito Nacional de Artes Escénicas Chapultepec Títeres y Objetos.

Hoy la agrupación está integrada también por Lizbeth Sánchez, Karol Iram y Daniel Román. Combinan los títeres con el teatro objeto.

“Decidí que ‘La Colmena’ hable de temas de medio ambiente, derechos humanos y la cultura norestense”, apunta la creadora, quien busca que en todas las producciones se utilicen sólo materiales de reuso.

Para Talina sí hay personas interesadas en los títeres, pero muchos no se animan a seguir en el mundo del teatro por la falta de recursos.

JABALÍ DE PAPEL

Cuando Evelin Ulloa y Michele Olguín se conocieron cayeron en cuenta que debían unirse para promover el teatro de títeres.

Ella, narradora oral de 37 años, tenía interés en explorar este arte y Michele, ingeniero en sistemas de profesión, siempre ha tenido una gran pasión por estos muñecos.

“Me gustan mucho los títeres desde que era niño”, cuenta el titiritero de 32 años. “Creo que era algo que quería hacer, pero no sabía cómo ni quién me podía enseñar”.

“Lo que más me gusta es que puedo ser otras personas. Yo no soy una persona que baila y mi títere hasta se agarra a correr y bailar fara fara”.

Iniciaron su compañía “Jabalí de Papel”, en 2020, junto con Cristian Fernández. Trabajan con títeres de cuerdas, bunraku, de varilla, guiñol, de mesa, de sombras y los de gran formato, conocidos como mojigangas.

Se han presentado en el Festibaúl de Títeres, espacios culturales de Monterrey y municipios fuera del área metropolitana.

Las producciones que hasta ahora han montado son “El ladrón de los sueños”, “El pozo de los ratones”, “El Castillo”, “El maestro vagabundo”, “Caja misteriosa”, “Ciudad basura”, “Historia de una bici” y “Espero”.

“A veces nos gustaría hacer producciones grandes, pero se necesita bastante tiempo y dinero para producir obras de formato un poquito más grande”, cuenta Evelin.

Michele considera que sí existe un movimiento fuerte de titiriteros en la Ciudad, pero hace falta apoyo de parte del Estado.

“Si estuviera bien pagado”, dice, “estaría dedicándome al 100 a los títeres”.

ESLIBRE

A Esli Cortez, de 27 años, siempre le han gustado los títeres. A veces, su mamá lo llevaba al teatro cuando era pequeño.

“Un día dije: ‘Cómo me hubiese gustado que me contaran una historia con títeres cuando fui niño'”, cuenta el regio, egresado de la licenciatura en Arte Teatral de la UANL.

“A partir de esa premisa empecé a querer tener una compañía de teatro que se dedicara a crear, primero obras de teatro para niños y, después, de títeres”.

En el 2019 tomó la decisión y junto con sus compañeros Samantha Chavira, Jonathan Rodríguez y Calixto Valdez, formaron la compañía “Eslibre”.

Tienen tres obras con títeres: “Piernavieja. Sinfonía para un creador incrédulo”, “Yan, hoy el viento sopla mi nombre” y “Antes”, que produjeron en colaboración con la compañía “La Colmena”.

“Para crear en el teatro todo es infinito y, en el mundo de los títeres, lo es aún más”, dice Esli, director de la compañía.

A Samantha, también egresada de la UANL, siempre le han gustado las manualidades y, cuando conoció los títeres, en la facultad, se interesó en su elaboración.

Hoy, además de crearlos, ha desarrollado gusto por la manipulación y la dramaturgia.

“A veces la gente piensa que el trabajo de los títeres es algo extremadamente sencillo y que sólo se usan en teatro infantil, y no es así”, señala la joven de 26 años, originaria de Chihuahua y radicada en Monterrey.

Se han presentado en el Festibaúl de Títeres y su obra “Antes” tuvo una gira por Durango, Nuevo León y Coahuila.

Además de utilizar materiales de reuso para la creación de los personales, echan mano de la tecnología para cautivar a las audiencias: en una obra aparece un dron.

Uno de sus objetivos es crear obras para adultos y así romper la creencia de que los títeres son sólo para niños.